Los trabajadores en la viña, a los que se paga lo mismo aunque unos lleven todo el día allí y otros acaben de llegar. Cuando leemos esta parábola, tendemos a pensar que estamos de acuerdo con los que protestan. Sentimos que el dueño es poco injusto para ellos.
- ¿No es interesante que esa sensación de injusticia sólo viene cuando ves a alguien más. Acordaste el precio y pensaste que era genial. Pero ahora ves a alguien más y...
Realmente es una lección de que las personas que llegan al final del día desde la perspectiva del dueño de la viña son más valiosas que las personas que vienen al principio del día, porque el campo necesita ser cosechado. Ese es un buen punto. Si, si el campo no se cosecha, entonces hay una gran pérdida. Para hacerlo necesito traer más personas y les pagaré. Realmente es una lección sobre el valor subjetivo del trabajo y de la productividad. Es una refutación de la noción marxista de la teoría del valor del trabajo, y la idea de que el trabajo tiene su valor objetivo. EN LD
Fernando Cavanillas
Diácono
Por lo que he leído Lutero tenía una vida privada repugnante. Se casó con una monja (a la que dicen que maltrataba) pero llegó a tener varias amantes a la vez, comía y bebía brutalmente, incluso dicen que murió después de una borrachera y una gran comilona. Hablaba frecuentemente con palabras soeces y desagradables, hasta el punto que sus mismos seguidores se quejaban de ello, en una de sus cartas describe varias formas de masturbarse, incluso dice que la gracia de Dios es como una gran nevada que cubre el estiércol del hombre, pero que este estiércol no desaparece. Tenía fuertes problemas de conciencia pero no quería dejar su mala vida, por lo que definió en efecto su "sola fide", sólo la fe salva, sin obras de ningún tipo... ¿diferencias en lo moral? ¡¡¡ya lo creo!!!
Por otro lado el famoso tema de las indulgencias no es sino parte de la leyenda negra de la Iglesia. Puede que hubiera abusos, como en cualquier otro campo de la vida, pero las indulgencias NUNCA han perdonado pecados en la Iglesia, ya que para eso está la confesión, hoy y en el siglo XVI y en el siglo I.
Las indulgencias en general te alivian las penas del purgatorio, y aunque pueden ser abusadas no son en ningún caso erróneas ni anticatólicas. Todos los viernes del año son abstinencia de carne, pero esa abstienencia se puede cambiar por dar limosna, lectura sagrada u oración si no es viernes de cuaresma, así que si das limosna (dinero) puedes comer carne un viernes normal, ya que es un sacrificio personal... eso te puede gustar ó no pero es plenamente católico y correcto (sin negar que pudiera haber abusos hace 600 años, pero no es una causa ó motivo para un cisma herético en ningún caso).
Los cimientos protestantes son MUY erróneos, y basados en crisis de fe y en falta de espiritualidad... lo que pasó es que esos errores se mezclaron con la política de esos años (independencia de los príncipes feudales alemanes frente al sacro imperio y motivos políticos en Flandes e inglaterra), y por eso catastróficamente se impuso en media Europa, con el consecuente enorme daño para la salvación de las almas, de lo que se lamenta dolorosamente Santa Teresa en sus escritos.
Pero este estado de libertad y prescindencia pública de la carne se logró merced a la gracia que trajo el Señor Jesús y cuya administradora es la Iglesia. Lo aterrador es ver hoy que, frente a un estado de esclavitud peor aún que el que padecían los antiguos paganos, la Iglesia no solamente ha renunciado a constituirse en faro de liberación, sino que desde hace tiempo, de modo oficial, ha comenzado a justificar y legalizar los pecados sexuales, convirtiéndose así en aliada del nuevo paganismo de la carne.
Por un lado, nos encontramos con una Iglesia en la que buena parte de su clero chapotea en el pantano de estos vicios. Basta recordar lo ocurrido con el ex-cardenal McCarrick, el cardenal Coccopalmiero, el P. Rupnik o el recientísimo caso del canónigo de la catedral de Valencia. Y, por otro, con la osadía del Papa Francisco y de su lacayo purpurado, Víctor Fernández, de no sólo justificar sino incluso bendecir estos pecados en nombre de una “Iglesia en salida”. Resulta inexplicable que hombres que supuestamente conservan la fe católica, sean capaces de tamaño espanto. Viviendo en Roma, ¿no son capaces, acaso, de ver el ejemplo de los mártires —de Santa Inés o de Santa Cecilia, por ejemplo— que fueron y son testimonios rutilantes del triunfo del cristianismo sobre el paganismo del sexo y de la carne? ¿Es posible que viviendo en la Ciudad Santa, rodeados del testimonio de quienes nos precedieron en la fe, se atrevan a semejante vileza?
Llama la atención también que Bergoglio y Fernández no se sonrojen ya no sólo en escribir declaraciones que documentan su ramplona ignorancia (“La sospecha de ignorancia y mala fe pesará sobre Fernández en cualquier documento que firme posteriormente”, declaró recientemente Mons. Nicola Bux) sino que no temen caer en las contradicciones más flagrantes. Por ejemplo, tanto Fiducia supplicans como el documento aclaratorio posterior, dicen que las bendiciones a parejas del mismo sexo deben realizarse fuera del templo y de cualquier contexto litúrgico. Y lo mismo ha dicho en más de una ocasión el Papa Francisco. Sin embargo, el arcipreste de la basílica vaticana ha dado instrucción a los canónigos de San Pedro sobre el modo de impartir esas falsas bendiciones en ese templo y junto a la tumba de San Pedro. EN WANDERER catolico
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