martes, 28 de enero de 2014

Jesús Calvo, sacerdote diserta entrevistado sobre libertad, ley y democracia, moral, filosofía y Dios.



SE DERRUMBAN LOS CASTILLOS CIVILIZATIO SIN DIOS

El sacerdote Jesús Calvo defendió el concepto de “filosofía cimentada” frente a las ideas que “se diluyen en sentimentalismos”. En su entrevista del pasado jueves en ‘La ratonera’, el Padre Calvo reivindicó a Sócrates como base de la filosofía y también como personaje clave para entender ciertas ideas teológicas. Pero sobre todo, la comparecencia del párroco leonés en el espacio televisivo de AD sirvió para hablar extensamente de libertad y de democracia, sin perder nunca de vista su compromiso ético con la tradición católica.


- ¿Cual es el concepto que usted tiene acerca de la libertad?
Cuando se habla tanto de democracia y de libertad nadie define esos términos y, por lo tanto, no sabemos de qué estamos partiendo. Cada uno puede entenderlos como quiera y así no vamos a ninguna parte. Libertad es capacidad de obrar o de no obrar, de elegir entre el bien y el mal. O la libertad de especificación, que consiste en elegir una cosa con preferencia de otras. Dicho más claro, para que haya libertad en el acto humano tiene que no haber coacción. Hay dos clases de coacción: la coacción física o externa y la coacción moral, que es la limitación de nuestros actos humanos por no chocar con la Justicia. Por lo tanto, somos inmunes de coacción física, pero no somos inmunes de coacción moral, porque hay un límite más allá del cual nuestras acciones no pueden llegar si rompen ese orden querido por Dios.


- Primera conclusión, por tanto, Padre: la libertad no sería nunca un producto de consumo…
En efecto. Ningún político puede darnos un litro o un metro cúbico más de libertad. Es algo metafísico, que está por encima de la física, como lo está la felicidad, la belleza o la eternidad. La libertad, en vez de ser un término político, en realidad es un concepto religioso, porque en ella, en la forma de actuar, nos definimos como somos y por tanto marcamos nuestra moralidad, nuestra vida, nuestra historia… de las cuales tendremos que dar cuentas al Altísimo.
Por consiguiente, a través de la libertad demostramos lo que somos en orden siempre a una finalidad trascendente, lo que la convierte en un concepto religioso en último término.
Insisto, somos inmunes de coacción física, pero no de coacción moral, porque hay leyes que están por encima de nuestros caprichos, de nuestro egoísmo y, por lo tanto, somos probados a través de la libertad, que es algo más que un producto de consumo para hacer lo que nos dé la gana.


la Iglesia ya se entregó casi toda a la bacanal posmoderna APOC

- ¿Qué le parece la campaña desatada contra el cardenal Fernando Sebastián por defender que la homosexualidad tiene tratamiento?
Con el homosexualismo hemos topado y a eso es a lo que llaman libertad de expresión. Los que más atropellan la libertad de los demás son los que se llaman demócratas. Ellos quieren la democracia para permitirse esa inmunidad de coacción moral, ya que en un sistema más justo, en un régimen nacional-católico, sí que chocarían con las leyes morales. 


- ¿Por qué tienen tanto poder en España los miembros de ese colectivo?
Porque el liberalismo se lo permite. Se pretende que la verdad tenga que ver con el número. De hecho, un especialista puede tener razón contra todo el mundo. La verdad no depende del número y está por encima de nosotros, ya que para eso está la ley natural, la Ley divino-positiva. Todo lo demás no depende del predicador sino del que viene de lo alto, cosa que no admite la democracia, que dice que todo tiene que venir de abajo, de la base.


- Hay algo, sin embargo, contra lo que este sistema político no puede ni podrá nunca. Me refiero al orden natural.
Efectivamente. No se tiene en cuenta la ley que está por encima del hombre. El hombre se considera un dios capaz de organizarse por sí mismo, prescindiendo de Dios y de la ley natural. Luego viene el choque con nosotros mismos. Ese es el problema de las contradicciones democráticas, que parten de dos principios falsos: que todos somos iguales y de que la verdad viene de abajo, del número y no de arriba como revelación. Como la democracia no conduce a la Revelación ni a nada que venga fuera de este mundo, el hombre se considera un dios, y ahí están sus contradicciones, que acaban en la ley del más fuerte.


- ¿Podríamos establecer por último una relación entre la quiebra de ese orden natural y la aparición de enfermedades como el sida?
Naturalmente, cuando se abusa de la ley natural, la ley natural no perdona nunca y vienen las consecuencias, dado que la naturaleza tiende a defenderse por sí misma. Así que cuando se la ataca, más pronto o más tarde se ven las consecuencias por haber cogido un camino equivocado. 

ENTREVISTA EN ALERTADIGITAL POR CARMEN K.


No hay comentarios:

Publicar un comentario