INCENDIO Apoc Valentia CALIX CRISTUS Apoc expaña del NWO
Mira que curioso: TODOS los místicos a los que Dios les permitió ver el infierno, dicen que está lleno de Sacerdotes. Fueron ellos los que condenaron a Cristo y hoy son ellos los que lo volvieron a entregar por haber roto el juramento de obedecerle a EL primero que a los hombres.
El historiador jvdío Lazare Landau admite con gran satisfacción en artículos publicados en 𝘛𝘳𝘪𝘣𝘶𝘯𝘦 𝘫𝘶𝘪𝘷𝘦 que la doctrina contenida en la 𝘕𝘰𝘴𝘵𝘳𝘢 𝘢𝘦𝘵𝘢𝘵𝘦 es producto de la reunión mantenida en un «sótano secreto de la Sinagoga de Estrasburgo» entre .el hereje modernista Yves Congar -por encargo del Cardenal Agustín Bea- y los rabinos que le entregan redactado lo que tenía que salir del Concilio Vaticano II. Landau era descendiente directo de Yehezqel Landau, rabino experto en 𝘨𝘰𝘭𝘦𝘮𝘪𝘮 y comentarista del Talmud.
CREMÁ del FIN Hispanicus |
Hace poco tuve oportunidad de hablar un largo rato con un pequeño grupo de monjas (que curiosamente eran monjas en serio: ni solteronas, ni cara de pepinillos en vinagre y mucho menos mujeres de cuarenta o sesenta años con la madurez de una chicuela de quince) como uno se imagina que deben ser las monjas y que, en este caso y por una serie de circunstancias, estaban descubriendo el mundo tradicional. Nunca habían sido progresistas, pero habían vivido toda su vida en la Iglesia de hoy, por lo que les parecía lo más normal del mundo desde la liturgia hasta la expresión de la fe propias del postconcilio. Nos encontramos en una misa cantada en rito tradicional, que estaba rebosante de gente, sobre todo de jóvenes —algo que ellas no podían creer— y, en la conversación posterior, repetían una frase una y otra vez: “Nos engañaron”.
Sí, la Iglesia del postconcilio y sus ministros engañaron cruelmente a millones de católicos; les negaron las aguas frescas del manantial que regó a los cristianos durante dos mil años, para darles a beber aguas salobres que no calman la sed, sino que la acrecientan. Y esto que digo no es un recurso retórico: las pruebas aparecen por doquier a quien tenga ojos y honestidad intelectual para verlas.
Sí, a esto nos ha conducido la iglesia francisquista: no a recatar a nuestros hermanos que se arrastran en la esclavitud del vicio y del pecado, como hicieron los santos, si a festejarles su inmundicia, la misma que San Gregorio pedía evitar.
Pero no estamos frente a un caso aislado. Fiducia supplicans es la prueba más estupefaciente de lo que estamos viviendo: la pretensión oficialmente proclamada por la Iglesia de bendecir la inmundicia, redactada por un cardenal, autor orgulloso de libros inmundos, y refrendada por la autoridad del Sucesor de Pedro. Este hecho es, por fin, el necesario sinceramiento de lo que se venía ocultado desde hace al menos cinco décadas. Con Fiducia supplicans se sacaron la máscara; ya no necesitan esconderse tras ella. Ellos efectivamente acompañan a los hombres, como les gusta decir, pero no para apartarlos del precipicio sino para conducirlos y arrojarlos a él.
De aquí entonces la gravedad “metafísica” de lo que está sucediendo, y que va más allá de lo fenoménico de una “misa de putas” o de que quien custodia el Depósito de la Fe sea un pornógrafo. Se trata de la apostasía (απο - στασις) o el “colocarse fuera” del munus o de la misión recibida del Esposo, trocada en el munus o misión contraria: ya no acercar a los hombres al puente que atraviesa el abismo de la no-seguridad existencial y de la nada y ayudarlos a cruzar, sino de un “acompañamiento” del hombre —palabra tan cara al francisquismo— hasta el borde del precipicio y arrojarlo en él.
EN WANDERER catolico
Luis Carlos Henao
Fui estudiante en un colegio jesuita en Colombia. Aún recuerdo la primera misa que se celebró en la iglesia del colegio según el novus ordo posconciliar. Corría el año 1969. Yo tenía 12 años. El altar principal, junto con el sagrario, habían sido ocultados tras una cortina. En su lugar se dispuso una mesa en el centro de la iglesia. Las bancas rodeaban la mesa. No he olvidado el estruendo de las guitarras eléctricas, de la batería, de los gritos. En ese momento me di cuenta de que algo andaba mal.
THE END now is |
ANONIMO
Muy bueno el análisis porque ofrece una palabra clave que no será la única a aplicar pero que sí deberá entrar en cualquier intento de estudio y valoración de lo que está siendo esta época de la Iglesia Católica. Ha habido una estafa monumental y sigue habiéndola. De ahí yo le pediría a un amigo de este blog que en su sección titulada "la pasarela Cibeles del adefesio" tenga en cuenta que la inmensa mayoria de esas religiosas son más víctimas de una estafa que cualquier otra cosa.
UN NOSTALGICO
Que una misa de réquiem (si es que fue misa) por un impenitente declaradamente ateo y degenerado en una importante catedral solo produzca en los católicos un "no me sorprende", es señal de algo muy grave: el rebaño se acostumbro mansamente a los malos pastores, y los malos pastores no son otra cosa que apostoles del Anticristo.
en foro WANDERER
Católicos de Barcelona reaccionan contra una exposición del Museo Diocesano que muestra a Santa Eulalia con los pechos al aire
Y es por eso que los sodomitas y cualquier otro criminal en la edad media preferían mil veces ser juzgados por la Inquisición que por el inmisericorde tribunal civil. Solo con un mea culpa en el Tribunal del Santo Oficio te perdonaban la vida y hacías el auto de fé en una plaza.
Y además el Tribunal de la Santa Inquisición solo juzgaba a los bautizados los que profesaban la fe católica y Giordano Bruno a parte de haber sido un monje, apostató de la fe y se convirtió en Calvinista y luego en Luterano y hasta fue encarcelado por los protestantes también.
“Estamos viviendo en los días del Apocalipsis - los últimos días de nuestra era .... Las dos grandes fuerzas del Cuerpo Místico de Cristo y el Cuerpo Místico de Anticristo están empezando a elaborar las líneas de la Gran batalla"
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"Esta mascarada ha ayudado al diablo a convencer a los hombres de que no existe. Cuando nadie lo reconoce, más fuerza ejerce. Dios se ha definido a Sí mismo como «Yo soy el que soy», y el Diablo como «Yo soy el que no soy».
En ninguna parte de la Sagrada Escritura encontramos una descripcion para el mito popular del Diablo como un bufón que está vestido como el primer «rojo» del mundo. Más bien, es descrito como un ángel caído del cielo, como «el príncipe de este mundo», cuyo negocio es decirnos que no hay otro mundo.
Su lógica es simple: si no hay cielo, no hay infierno; Si no hay infierno, entonces no hay pecado; Si no hay pecado, entonces no hay juez; Y si no hay juicio, entonces el mal es bueno, y el bien es malo."
arzobispo FULTON SHEEN 1950