De cosetas así no se hará ningún filme a no ser que interese y se enfoque masonil neo-colonial |
Fernán Guerra, posiblemente de ascendencia andaluza, fue desde 1447 y hasta aproximadamente 1476 vecino de Lanzarote, en donde se dedicaba al comercio y a la rapiña de las islas que hasta ese momento aún no estaban conquistada, en especial Tenerife y Gran Canaria, en donde en una de sus incursiones es cautivado por los aborígenes.
En los alrededores de lo que en la actualidad es la iglesia de San Antonio Abad, se erigió el campamento castellano del Real de Las Tres Palmas, por indicación de Fernán Guerra
Debido a sus negocios y sus idas y venidas conocía a la perfección no solo los puntos de acceso a la isla sino todos sus rincones más recónditos. Aunque esta actividad le reportaba muchos beneficios, también se dedicaba a otras actividades mucho más políticas y que le ocasionaron muchos problemas a él y a su familia. Se casó con María May, (natural posiblemente de la Gomera) con quien tuvo tres hijos: Juan, Ana y Catalina. Hay que tener en cuenta que la isla de Lanzarote no era una isla de realengo (no pertenecía a la Corona de Castilla), y que tal motivo ocasionó el que algunos pobladores de la isla se sublevaran en algunas ocasiones a lo largo del siglo XV contra los legítimos propietarios de la isla, Inés Peraza y Diego García de Herrera.
Torre del Conde de La Gomera. Fernán era partidario de la dependencia de la corona y en 1449, toma parte en la rebelión contra el intento de posesión de Lanzarote por parte del infante don Enrique de Portugal. Sin embargo, con la defensa de la isla consiguieron que la misma siguiera perteneciendo hasta 1475 a la familia Herrera-Peraza. Los lanzaroteños, envían a la Corte a Juan Mayor y a Juan de Armas, con el propósito de que se entrevisten con los Reyes y exponerles su deseo.
La reacción de Inés Peraza y de Diego García de Herrera no se hizo esperar y una vez llegados los emisarios a la Península, en el Camino Real de Andalucía son apresados por orden de Diego García. No obstante, la información que llevaban los emisarios pudo ser enviada a los Reyes. Debido a ello, los señores de Lanzarote, tomaron represalias con los promotores de la idea. Entre ellos estaba nuestro protagonista Fernán Guerra que se ve obligado ocultar a su familia y a abandonar la isla de Lanzarote. Ayudado por unos pescadores, recala en Fuerteventura, pero no tardan mucho los espías de Inés Peraza en localizarlo y apresarlo. Regresando hacia la cárcel de Teguise, consigue huir de nuevo hacia las montañas de Fuerteventura. Mientras tanto el resto de su familia, pudo acogerse a un asilo eclesiástico y pasado un tiempo es ayudada por Ibone de Armas, (cuñado de Fernán) a ir a las zonas abruptas de la sierra de Lanzarote. Todas sus propiedades fueron requisadas por doña Inés, la que al no encontrar comprador de las viviendas de Fernán, decidió derruirlas y algunas de sus otras propiedades (ganado y esclavos) las repartió entre personas de su confianza.
Tras este hecho, Fernán Guerra y el resto de los rebeldes deciden embarcan hacia la Península para intentar evadirse de la persecución. Una vez allá y pasado un tiempo deciden de nuevo ir a la Corte para ver si de una vez se aclaraba la titularidad de la isla, y así saber quienes eran los dueños legítimos de la misma. Para ello los Reyes encargan a Esteban Pérez de Cábito, que analice la situación, no sólo de la propiedad de la isla de Lanzarote sino también a quien correspondía el derecho de conquista de las islas de Gran Canaria, Tererife y La Palma. Después de las declaraciones recogidas entre enero y abril de 1477 en lo que se conoce como “Las pesquisas de Cábito”, la Reina (Doña Isabel I de Castilla), encarga a tres consejeros reales que dictaminen sobre el tema. Y efectivamente, a raíz de este acontecimiento el derecho de conquista de las islas mayores corresponde a la Corona. Y la isla de Lanzarote, pertenecía a los Peraza-Herrera (Condes de la Gomera) Decidido esto, casi el único camino que tenían los lanzaroteños rebeldes para volver a las islas era el incorporarse a la conquista de Gran Canaria. Es más, Fernán llegó a tener varias entrevistas con el propio Fernando el Católico, tal vez ocasionadas por el gran conocimiento que tenía de Gran Canaria.
Por eso cuando a mediados de 1478 sale la flota española camino de Gran Canaria para su conquista ya es considerado adalid (responsable máximo) de las tropas que venían a la misma. En esa travesía desde la Península, la flota pasa por Lanzarote para recoger al Obispo del Rubicón (Juan de Frías) y a su vez Fernán Guerra recoge a su familia que hasta la fecha habían estado escondidos por Ibone de Armas, quien también se alista para la conquista de Gran Canaria. Al conocer doña Inés Peraza la deslealtad de Ibone, requisa también todas sus propiedades. Una vez llegados a Gran Canaria es Fernán Guerra quien designa el palmeral del Guiniguada como el mejor lugar para establecer el campamento aquel 24 de junio de 1478. A partir de ahí casi se pierde la pista de Fernán. Muere en una emboscada durante la conquista de Tenerife después de 1484.
Al identificarse a sí mismo se proclama vecino de Lanzarote, isla a la que había arribado alrededor de 1447. La circunstancia de no ser nativo hace sospechar que fuera andaluz y acaso sevillano. En Lanzarote va a permanecer de manera estable hasta 1476, en que las circunstancias políticas padecidas por la isla de su residencia le forzarán a separarse de su familia para emprender el doloroso camino del exilio. ¿A qué se dedicó Fernán Guerra durante los treinta años de permanencia en territorio insular? La Información de 1502 y otros documentos inéditos nos servirán para reconstruir someramente la biografía. Con este objeto, procuraremos separar la vida íntima, es decir, familiar, de las actividades laborales, comerciales y públicas.
Fernán Guerra contrajo matrimonio con María May, nacida probablemente en La Gomera, aunque no podamos concretar si pertenecía a una estirpe pobladora o si discurría por sus venas sangre aborigen. De esta unión nacieron tres hijos, uno varón y dos hembras, llamados respectivamente Juan, Ana y Catalina.
En cuanto a las actividades económicas, suponemos que se dedicaría a la labranza y a la ganadería. Sin embargo, la ocupación preferida fue el comercio y la depredación con las islas todavía insumisas, en particular Gran Canaria y Tenerife. Las entradas o razzias fueron reiteradas en Gran Canaria, con resultado no siempre favorable, pues a consecuencia de una de ellas quedó cautivo. En el interrogatorio de la Información se hace constar
En cuanto a las actividades económicas, suponemos que se dedicaría a la labranza y a la ganadería. Sin embargo, la ocupación preferida fue el comercio y la depredación con las islas todavía insumisas, en particular Gran Canaria y Tenerife. Las entradas o razzias fueron reiteradas en Gran Canaria, con resultado no siempre favorable, pues a consecuencia de una de ellas quedó cautivo. En el interrogatorio de la Información se hace constar
«que hera onbre que mucho savía en las dichas yslas e dellas, almogavareando e faziendo entradas e salidas como almogávar».
Esta circunstancia le permitió moverse con su navío por calas y puertos con maestría excepcional. Lo mismo cabe decir del conocimiento del terreno, pues trochas, cañadas y vericuetos no tenían secretos para él.
Con las entradas y el comercio Fernán Guerra consiguió consolidar un discreto patrimonio. Poseía casas, embarcaciones, tierras de labor, rebaños de vacas, ovejas y cabras y algunos esclavos. Esta pequeña fortuna podía evaluarse por encima de los 400.000 maravedíes.
Este dio lugar a la existencia de un poderoso partido realista o comunero, opuesto al gobierno verdaderamente dictatorial de los señores. Esta situación se tradujo en dos sucesivas revoluciones que estallaron en 1449 y 1475, la primera contra la ocupación lusitana y la segunda como rechazo de la señora titular, doña Inés Peraza. Nuestro personaje se integró en el partido realista, y tuvo una intervención destacada en las revueltas del llamado partido realista o comunero.
El calvario padecido por Fernán Guerra y por sus familiares lo conocemos con toda puntualidad a través de la Infornzación de 1502, pues los testigos se despachan a su gusto al condenar las violencias. La primera determinación de nuestro personaje fue ocultarse en la isla vecina de Fuerteventura, cosa que le resultó relativamente fácil, con la colaboración de los pescadores de los contornos.
Pero los espías de doña Inés Peraza dieron con el escondite, poniendo sobre aviso a sus sicarios. El ejecutor de los mandatos fue el alguacil Juan de Alanís, quien procedió a la detención, aherrojando al cautivo fuertemente las manos. Mientras tanto, en uno de los puertos de la isla esperaba un carabelón para conducirlo a la cárcel pública de Teguise. Su hija Catalina Guerra abriga la sospecha de que el alguacil era portador de una orden secreta "de que le hechase en la mar". Cuando los marineros del carabelón se entretenían en hacer aguada, en el puerto, junto a un pozo, un grupo de vecinos se amotinaron, circunstancia aprovechada por Pedro Hernández para proceder a liberarlo. Con la colaboración de amigos y paisanos, Fernán Guerra se ocultó en las montañas de Fuerteventura, desde donde emprenderá más adelante el camino del exilio.
Huyó la familia Guerra a una de las islas desiertas del archipiélago o, a ser posible, a las islas de Cabo Verde, donde tenía valedores y amigos. En cuanto al patrimonio, procedió doña Inés a incautarse de las casas de habitación de la familia, las que puso en almoneda. Y al no hallar comprador, ordenó derruirlas hasta los mismos cimientos. De idéntica manera expolió a los presuntos rebeldes de tierras, ganados y esclavos. El testigo Fernando de Avia es particularmente expresivo al hacer referencia al despojo:
La conexión entre los fugitivos se mantuvo a través de parientes y amigos, para en el momento oportuno dar el golpe y huir. El objetivo primero se llevó a cabo en medio de la sorpresa general. En una rapidísima operación asaltaron las arcas señoriales, apoderándose de todo el dinero recaudado con cargo al vejatorio tributo de quintos, con ei propósito de hacer entrega del pequeño tesoro a la hacienda real. Más tarde embarcaron los cabecillas en un carabelón, aproando la nave hacia las costas de Andalucía. Pero una suerte adversa parecía perseguir a los amotinados. En plena travesía atlántica, una nave corsaria portuguesa abordó a la embarcación canaria haciendo prisioneros a los lanzaroteños, con despojo total del tesoro que conducían. El negro panorama cambió de signo cuando una nao vizcaína sorprendió a los piratas, consiguiendo liberar a los cautivos, aunque dando por perdido el dinero. De esta manera los conjurados consiguieron arribar a la bahía de Cádiz, para luego establecerse en Sevilla, como cuartel general de operaciones. Les emigrados de Lanzarote (Fernán Guerra, el escribano Juan Ruiz de Zumeta, Juan Bernal, Pedro de Aday, Juan de Aday, Bartolomé Herrero, a los que se sumaron Juan Mayor y Juan de Armas, recién liberados) impetraron la protección de la Corona de Castilla, consiguiendo que los reyes Fernando e Isabel diesen oído a sus lamentaciones y decidiesen nombrar un juez pesquisidor.
La Pesquisa de Cabitos, ordenada y precisa, contenía elementos de juicio suficientes para que la Corona decidiese en el pleito entablado. Sin embargo, los Reyes Católicos quisieron escuchar, con carácter previo, el dictamen de tres consejeros reales de su mayor afección. Los designados para evacuarlo fueron fray Hernando de Talavera, monje jerónimo, prior del monasterio de Prado, Juan Díaz de Micocer y Rodrigo Maldonado de Talavera. El pronunciamiento de los consejeros, carente de fecha, tuvo que ser evacuado en el verano de 1477. Concretando más, entre el 24 de julio y el 12 de septiembre, pues por esas fechas la reina Isabel reside sola en Sevilla, y a ella, con carácter exclusivo, va dirigida la declaración de derechos. El punto que más nos interesa del dictamen es el reconocimiento, políticamente forzado, del señorío de Lanzarote:
De esta manera alentaban la integración en la Corona de Castilla de las otras tres:
La solución estaba en la expropiación pura y simple:
La indemnización convenida fue de cinco millones de maravedíes, firmándose el pertinente asiento el 15 de octubre de 1477. La Corona de Castilla integraba, como territorios realengos, a las Canarias mayores.
POR Antonio Rumeu de Armas
Con las entradas y el comercio Fernán Guerra consiguió consolidar un discreto patrimonio. Poseía casas, embarcaciones, tierras de labor, rebaños de vacas, ovejas y cabras y algunos esclavos. Esta pequeña fortuna podía evaluarse por encima de los 400.000 maravedíes.
Este dio lugar a la existencia de un poderoso partido realista o comunero, opuesto al gobierno verdaderamente dictatorial de los señores. Esta situación se tradujo en dos sucesivas revoluciones que estallaron en 1449 y 1475, la primera contra la ocupación lusitana y la segunda como rechazo de la señora titular, doña Inés Peraza. Nuestro personaje se integró en el partido realista, y tuvo una intervención destacada en las revueltas del llamado partido realista o comunero.
El calvario padecido por Fernán Guerra y por sus familiares lo conocemos con toda puntualidad a través de la Infornzación de 1502, pues los testigos se despachan a su gusto al condenar las violencias. La primera determinación de nuestro personaje fue ocultarse en la isla vecina de Fuerteventura, cosa que le resultó relativamente fácil, con la colaboración de los pescadores de los contornos.
Pero los espías de doña Inés Peraza dieron con el escondite, poniendo sobre aviso a sus sicarios. El ejecutor de los mandatos fue el alguacil Juan de Alanís, quien procedió a la detención, aherrojando al cautivo fuertemente las manos. Mientras tanto, en uno de los puertos de la isla esperaba un carabelón para conducirlo a la cárcel pública de Teguise. Su hija Catalina Guerra abriga la sospecha de que el alguacil era portador de una orden secreta "de que le hechase en la mar". Cuando los marineros del carabelón se entretenían en hacer aguada, en el puerto, junto a un pozo, un grupo de vecinos se amotinaron, circunstancia aprovechada por Pedro Hernández para proceder a liberarlo. Con la colaboración de amigos y paisanos, Fernán Guerra se ocultó en las montañas de Fuerteventura, desde donde emprenderá más adelante el camino del exilio.
Huyó la familia Guerra a una de las islas desiertas del archipiélago o, a ser posible, a las islas de Cabo Verde, donde tenía valedores y amigos. En cuanto al patrimonio, procedió doña Inés a incautarse de las casas de habitación de la familia, las que puso en almoneda. Y al no hallar comprador, ordenó derruirlas hasta los mismos cimientos. De idéntica manera expolió a los presuntos rebeldes de tierras, ganados y esclavos. El testigo Fernando de Avia es particularmente expresivo al hacer referencia al despojo:
«Doña Ynés tomó al dicho Fernand Guerra todos sus bienes e hazienda, que en la dicha ysla de Lancarote tenía; e que este testigo vio que le tomó dos esclavos e le mandó derribar la casa ... ».
La conexión entre los fugitivos se mantuvo a través de parientes y amigos, para en el momento oportuno dar el golpe y huir. El objetivo primero se llevó a cabo en medio de la sorpresa general. En una rapidísima operación asaltaron las arcas señoriales, apoderándose de todo el dinero recaudado con cargo al vejatorio tributo de quintos, con ei propósito de hacer entrega del pequeño tesoro a la hacienda real. Más tarde embarcaron los cabecillas en un carabelón, aproando la nave hacia las costas de Andalucía. Pero una suerte adversa parecía perseguir a los amotinados. En plena travesía atlántica, una nave corsaria portuguesa abordó a la embarcación canaria haciendo prisioneros a los lanzaroteños, con despojo total del tesoro que conducían. El negro panorama cambió de signo cuando una nao vizcaína sorprendió a los piratas, consiguiendo liberar a los cautivos, aunque dando por perdido el dinero. De esta manera los conjurados consiguieron arribar a la bahía de Cádiz, para luego establecerse en Sevilla, como cuartel general de operaciones. Les emigrados de Lanzarote (Fernán Guerra, el escribano Juan Ruiz de Zumeta, Juan Bernal, Pedro de Aday, Juan de Aday, Bartolomé Herrero, a los que se sumaron Juan Mayor y Juan de Armas, recién liberados) impetraron la protección de la Corona de Castilla, consiguiendo que los reyes Fernando e Isabel diesen oído a sus lamentaciones y decidiesen nombrar un juez pesquisidor.
La Pesquisa de Cabitos, ordenada y precisa, contenía elementos de juicio suficientes para que la Corona decidiese en el pleito entablado. Sin embargo, los Reyes Católicos quisieron escuchar, con carácter previo, el dictamen de tres consejeros reales de su mayor afección. Los designados para evacuarlo fueron fray Hernando de Talavera, monje jerónimo, prior del monasterio de Prado, Juan Díaz de Micocer y Rodrigo Maldonado de Talavera. El pronunciamiento de los consejeros, carente de fecha, tuvo que ser evacuado en el verano de 1477. Concretando más, entre el 24 de julio y el 12 de septiembre, pues por esas fechas la reina Isabel reside sola en Sevilla, y a ella, con carácter exclusivo, va dirigida la declaración de derechos. El punto que más nos interesa del dictamen es el reconocimiento, políticamente forzado, del señorío de Lanzarote:
"Nos parece que los dichos Diego de Herrera y doña Inés, su muger, tienen cumplido derecho a la propiedad, señorío e mero y mixto imperio de las quatro islas conquistadas que son: Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro..."
De esta manera alentaban la integración en la Corona de Castilla de las otras tres:
"Tienen derecho a la conquista de la Gran Canaria e de la isla de Tenerife e de La Palma, y es suya y les pertenece la dicha conquista por merced que de ellas hovo fecho, de juro e de heredad, el ... rey don Juan ... a Aifón de las Casas, ascendente de la dicha doña Inés..."
La solución estaba en la expropiación pura y simple:
«Pero, por algunas justas y razonables causas, V. A. puede mandar conquistar las dichas islas ... [e] debe V. A. facer equivalencia ... a los dichos Diego de Herrera e doña Inés, su muger, por el derecho que a la dicha conquista tienen y por los muchos trabajos y pérdidas que han recibido y costas que han fecho..."
La indemnización convenida fue de cinco millones de maravedíes, firmándose el pertinente asiento el 15 de octubre de 1477. La Corona de Castilla integraba, como territorios realengos, a las Canarias mayores.
¿Qué hacer? ¿Dónde afincarse para eludir la implacable persecucion? La inmediata conquista de Gran Canaria, cuyas operaciones tendrán inicio en 1478, fue el único rayo de luz y la esperanza postrer de salvación. En las filas del ejército expedicionario se alistarán los exiliados de Lanzarote que habían buscado refugio en Sevilla. ¿Influyó Fernán Guerra con sus ininterrumpidas incitaciones a la operación de conquista en la solución política de compromiso acabada de referir? Desde luego, Catalina, la hija de nuestro protagonista, así lo declara sin ambages:
"Que dicho Fernand Guerra ... por servir al Rey e la Reina, nuestros señores, asi como honbre que mucho sabía destas yslas de Canaria, a sus costas e misión, fue a la corte de Sus Altezas, en los reynos de Castilla; e dixo ... e les declaró e ynformó como estas yslas de Canaria les pertenerçian e heran pertenescientes a la Corona Real ...; donde luego pusyeron en obra e comentaron a conquistar estas yslas, especialmente esta dicha ysla [de Gran Canaria] e las yslas de Tenerife e La Palma..."
Mientras Fernando pospuso su comparecencia al 13 de septiembre. La presencia de ambos en la capital bética se alargará hasta el 2 de octubre de 1478. Como los preparativos para la conquista de Gran Canaria se llevan a efecto en los meses de abril y mayo de 1478. Hay que dar por sentado que las entrevistas entre Fernando el Católico y Fernán Guerra, en el famoso alcázar de Sevilla, debieron verificarse en el primer trimestre del año expresado.
"Fernán Guerra estovo muchos días e tienpo en la dicha corte, donde lo más el dicho tienpo gastaba e estaba, en muchos e diversos días e oras, hablando con el Rey e con la Reyna, nuestros señores, diziéndoles e declarándoles lo susodicho de cómo les pertenescían las dichas yslas ".
»Ytem, sy saben que resibiendo en servicio, Sus Altezas, los avisos que el dicho Fernand Guerra les dio, luego pusieron por obra e comentaron a conquistar las dichas yslas ... ».
CATALINA GUERRA hija de Fernand escribe en 1502:
"De la dicha ysla a la dicha corte, e oyó dezir al dicho Fernand Guerra, muchas vezes, como avía muchas vezes hablado con Sus mezas, declarándoles esta coquista como les pertenescía; e que este testigo oyó dezir asymismo, muchas vezes, a Juan Rejón, capitán que vino a sus altezas."
"la dicha ysla, que a causa de los avisos e declaración, que el dicho Fernand Guerra avía fecho a Sus Altezas destas yslas, avía venido a la conquista; e que cada e quando quel dicho Fernand Guerra quena hablar con Sus Altezas, hablava sobre lo susodicho; e quel dicho Fernand Guerra hera onbre que sabía mucho desta ysla porque estuvo en ella cautyvo."
En la primera ocasión, un mensajero clandestino sirvió para establecer la conexión, con la máxima reserva, pues se temía al servicio de espionaje lusitano:
"E que vio cómo uno que se llamava Ramón de Sauzedo, que hazía afeytes, vino en busca del dicho Fernand Guerra, e lo halló en palacio, e le dixo: venid acá Fernand Guerra que hos llama Srir Altezus; e !uego el dicho Fernand Guerra fue a hablar con Sus Altezas, y estovo muy poco aquella vez; e que ésta fue la primera vez que habló con el Rey, nuestro señor".
La segunda entrevista se llevó a cabo con escasa diferencia de horas, imponiendo el monarca ei acceso al alcázar por el postigo próximo a la puerta de Jerez de la muralla:
"E que quando salió dixo a este testigo cómo avía hablado con Su Alteza el Rey, nuestro señor, e que le avía mandado, entre otras ablas, que viniese, otro día de madrugada, al quarto .de la canpana gorda, por el postigo de Xerés, a hablar con Sus Altezas; e que nadie no le viese, ni fuese otra persona con él; e que dicho Fernando Guerra se fue aquella mañana, a aquella hora; e este testigo quedó en la posada, que no quiso que fuese con él."
"En esta decisiva reunión, Fernán Guerra informó al soberano y a su secretario, Diego de Santander, sobre las circunstancias de la isla de Gran Canaria, haciendo entrega de paso de un escrito relativo al desarrollo del plan de conquista: «E que quando bolvió le dixo cómo Su Alteza le avía preguntado por la conquista de esta ysla delante de un su secretario, e qué se lo avía dado todo por escrito; e qué poblasyón e logares avía en la ysla, e el tamaño de la ysla."
¡Qué valor tendría hoy, por todos conceptos, el dictamen de nuestro protagonista!"
Las entrevistas con los Reyes Católicos, las deferencias hacia Guerra y los servicios de éste a la empresa atlántica no se interrumpen:
"E que asymismo luego vio cómo comenzaron a fazer aparejar navíos, e que así vio cómo el dicho Fernand Guerra andava entendiendo en hazer la armada para venir a esta ysla por mandado de Sus Altezas, e que yva a la continua a palacio a fablar con Sus Altezas; e que después que se comentó a hazer la armada syenpre andava aconpañado de cavalleros, e donde quiera que el Rey, nuestro señor, topava al dicho Fernand Guerra, luego qe lo hazía llamar."
Por haberse utilizado para el montaje de la expedición a Gran Canaria el dinero procedente de la bula Pastoris aeterni (1472), otorgada por el pontífice Pío II para la evangelización de los canarios, el mando correspondió a fray Juan de Frías, obispo de Rubicón Actuaban a sus inmediatas órdenes, como segundos, el deán Juan Bermúdez y el capitán Juan Rejón. Conocemos la fecha exacta de la fundación del campamento de Las Palmas, 24 de junio de 1478, y la escala previa en Lanzarote, para abastecer de víveres la flota. Ambos sucesos nos obligan a fijar la partida de ia escuadrilla de Sevilla y Sanlucar en los primeros días del mes de junio del año expresado.
El día 23 de junio de 1478 la flota conquistadora zarpó de Arrecife aproando hacia la isla de Gran Canaria, cuyas costas divisaron, entre sombras, en la madrugada del día 24, festividad de San Juan. Los capitanes marcaron como destino la bahía de Gando cerca del importante poblado indígena de Telde. Sin embargo, Fernán Guerra, en su calidad de adalid mayor, se consideró obligado a disentir, recomendando que el desembarco se efectuase en el espléndido palmeral del Guiniguada, por la bondad del puerto, la garantía del abastecimiento de agua y la carencia de población aborigen. Como sus palabras convenciesen a la mayoría, pero hiciesen todavía vacilar a un pequeño grupo, se valió, como apoyo, del parecer de un indígena grancanario, Juan de Telde, quien respaldó con su voz y señas la segunda elección.
Lope de Salazar es de idéntico parecer:
"Fernand Guerra, mientras bivió e estubo en esta dicha ysla, sirvió mucho a Sus Altezas, mostrando los caminos e veredas, e dando muchos avisos por donde la dicha se ganase, e asymismo mostrando los dichos puertos de la dicha ysla."
Parece deducirse de la Información que las relaciones con los reinos guanches fueron pacíficas y comerciales, con garantías de paz y promesas de seguro (alformas). Una vez finalizada la conquista de Gran Canaria, Fernán Guerra volvió a sus prácticas habituales, bien ajeno a que su implacable enemiga doña Inés Peraza le tenía preparada una trampa mortal. En el Memorial que Catalina Guerra presentó el 3 de octubre de 1504 a la consideración de Fernando el Católico, se exponen los hechos con tintes patéticos:
"E por que dicho Fernando Guerra, su padre, asymismo avía revelado a Vuestra Alteza la conquista de la ysla de Tenerife, la dicha doña Ynés embió a desir, a los de la dicha ysla, que se guardasen del dicho su padre, que avía de haser que los ganasen como a los de Canaria, e que los matasen."
La celada tendida se consumó en medio de la sorpresa general:
"E el dicho Fernán Guerra, yendo a la dicha isla de Tenerife, saltó en tierra, como solía, con ciertas alforvnas e amigos suyos qué tenía, los quales luego le mataron e dixieron la causa por qué."
Ahorramos al lector al testimonio unánime de los testigos, prestos a ratificar, en líneas generales, la vil artimaña en que sucumbió nuestro protagonista. En el Memorial de 1504 Catalina Guerra solicita recompensas para conjurar la ruina de la familia:
"Fernán Guerra ayudó a conquistar la dicha ysla de la Grand Canaria e reveló la conquista della a Vuestra Alteza e murió en su servicio, e la tomaron toda quanta hazienda tenía en la dicha ysla de Lanzarote, que valía más de quatrocientos mil marevedíes."
Este conjunto de circunstancias movieron a la desvalida dama a solicitar una recompensa:
"Suplica a Vuestra Alteza, descargue su Real conciencia y la manden pagar lo que dicho su padre perdió e gastó, e más lo que fue su servicio por los dichos servicios, o le manden dar, en la dicha ysla de la Grand Canaria, las cavallerías de tierra de riego que vieren que vasta a la dicha paga".
La demanda de mercedes tuvo efecto en un inmediato futuro? Hay pruebas estimables de que sí. En efecto, en 1507 el reformador, licenciado Juan Ortiz de Zárate, concedió a la familia quince suertes de tierras de regadío en Tenoya y otras tantas en la Vega de Santa Ana (Guiniguada), donde construyeron uno de los primeros molinos que existieron en la isla.
Fuentes históricas usadas:
INFORMACION DE MERITOS DE FERNAN GUERRA 1502 / CATALINA GUERRA
FERNÁN GUERRA, ADALID MAYOR DE LA CONQUISTA DE GRAN CANARIA Y PROMOTOR DE LA FUNDACION DE LAS PALMAS / ANTONIO RUMEU DE ARMAS
Idea de RamblaLibre web y extractos en tuneldetenoya.com
NOTA DEL BLOG:
Todo grupo y clan cientifico es otra mafia de poder y gestión de riquezas, con sus intereses y capos y caciques, del conocimiento.
Las piramides de Güimar las adquirió un conocido empresario naviero noruego, y no se pudo investigar más, el tipo hizo y deshizo en sus interiores con la vista gorda, sic, de los que debían evitar toda alteración y saqueo, DEL MISMO NUEVO DUEÑO!!
La arqueologia canaria es un cúmulo de chuletas progres y expertillos quemados. Por citar que en las grandes cuevas de habitación de La Palma descubiertas sobre el año 1980 se dató con el carbono14 restos de hace 5.000 años, y SE CENSURÓ ACADEMICAMENTE, NO EXISTEN per se. Rompen la chorrada de que al inicio del primer milenio se poblaron las islas (vía fenicios?...!), sic contradicción total con las leyes de exploración marina de sociedades primitivas.
RAPA NUI filme |
No hay comentarios:
Publicar un comentario