El 25 de junio de 2009, funcionarios del municipio de Gotland secuestraron a Dominic, en ese entonces de ocho años de edad, sacándolo sin orden judicial de un avión en el aeropuerto internacional de Arlanda en Estocolmo. Dominic y sus padres estaban en camino a la India para trabajar con un proyecto humanitario. Los Johansson habían planeado colocar a Dominic en la escuela pública en la India. Dominic fue llevado por la policía armada y entregado a funcionarios del Estado y luego ubicado en un hogar de crianza, donde ha permanecido desde entonces.
Los Servicios Sociales de Gotland afirmaron que el niño exhibía una conducta “desviada” en la escuela, incluyendo que se reía y abrazaba a otros niños en la clase y los besaba en la mejilla. Afirmaron que Dominic “no sabe cómo relacionarse con niños de su edad”. Los trabajadores sociales, justificando su custodia permanente, dijeron a un tribunal que la educación de Dominic estaba “retrasada” y que a él le gustaba “jugar con niños de menor edad”.
En un informe sobre el caso, la HSLDA dijo: “Por supuesto, esto significa realmente que los trabajadores sociales creen que Dominic no debe ser criado por sus padres, simplemente porque el Estado tiene una opinión diferente de cómo se debe educar a los niños”. (La Liga para la Defensa Legal de la Educación en el Hogar, HSLDA, Home schooling). Envios julio severo
Tiene gracia que el Tribunal Constitucional haya evacuado justo hoy una sentencia sobre el llamado homeschooling. Y tiene gracia porque esta sentencia cae con estrépito sobre la opinión pública española que hace escasamente una semana conocía que el suspenso español en PISA era aún más profundo que en evaluaciones anteriores.
Igualmente, la Fundación Santamaría daba a conocer hace escasos días otro demoledor informe en el que constataba que la desmotivación de la juventud española sobre su futuro es total: el 46% de la generación comprendida entre 15 y 24 años declara su falta de confianza en un futuro prometedor, independientemente de la crisis económica, y más de uno de cada tres considera que por muchos esfuerzos que uno haga en la vida nunca se consigue lo que se desea. También hace pocos días se daba cuenta de una sentencia por el que resultaba condenada una madre que pegó a la profesora de su hijo a cuenta de un bocadillo, en un caso más de violencia física contra los profesores como escalón final del desprestigio del profesorado por parte de la sociedad.
Seguramente la mayoría de las familias no se plantean grandes objetivos culturales, les basta con que su paso por el colegio les sirva para encontrar un buen trabajo el día de mañana. Lo malo es que en la España de la Logse-LOE, eso ya no es así. Los centros escolares son meras guarderías donde simplemente los niños permanecen ahí de los 6 –o antes– hasta los 16, con independencia de que quieran o no, consigan o no, les interese o no saber algo sobre algo. Pasarán por imperativo legal estén como estén, si ya han repetido un curso en cada etapa; y aunque no sepan casi leer ni escribir, ni que "cónyuge" no se dice "cónyugue", tendrán su certificado de ESO y aterrizarán sobre el mercado laboral para engrosar las listas del Inem.
Pues bien; en medio del marasmo que certifica PISA, de la descomposición que afecta a la mayoría de los centros públicos que se han convertido en ciudades sin ley donde no hay autoridad ni respeto por el profesor, donde la rebaja de los contenidos –para evitar que el fracaso escolar oficial sea tan masivo como en la realidad es– raya en el analfabetismo funcional, y sobre todo, en medio de una escuela convertida escandalosamente en vehículo de adoctrinamiento político –léase Educación para la Ciudadanía y todo su cortejo–, el esfuerzo de unas familias que han conseguido sustraer a sus hijos de esta debacle y darles una educación que les ha proporcionado llegar a hablar cinco idiomas, tocar instrumentos, dominar todos los objetivos de instrucción previstos en los programas de matemáticas, ciencias, etc, y tener una vida social tan satisfactoria como los que más, ¿viene la Sra. Casas a decirnos que no puede ser, que tienen que ir a los centros de burricie oficial? ¿Cuál es la pega, señora mía? ¿Es que teme el Tribunal Constitucional que esos niños no se instruyan bien y peligre su formación académica? A la vista está que no. La razón es simple y evidente: el Estado no quiere a nadie fuera del circuito.
La Logse supuso la imposición de toda una doctrina pedagógica, la ideologización total, y probablemente irreversible, de la enseñanza pública española. Y añadía Revel: "para mí sigue siendo una incógnita el grado de voluntariedad de la izquierda occidental cuando ha ido tomando decisiones que iban a conducir necesariamente a la universalización de la ignorancia". Los 30 años transcurridos nos han despejado la incógnita: la escuela ha sido tomada como herramienta revolucionaria de cambio social por el adoctrinamiento obligatorio y universal. Por eso, los homeschoolers son incómodos, aunque sean minoritarios; recuerdan que hay vida –¡y qué vida!– fuera del circuito estatal. POR VICTORIA LLOPIS en libertaddigital.com
Home schooling es una opción perfectamente legal en Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos. Máxime cuando los resultados prácticos de este tipo de educación suelen ser muy superiores a los de la enseñanza convencional. En España no era legal, pero tampoco ilegal. Hasta ahora. La sentencia de la presidenta del Tribunal Constitucional María Emilia Casas pone las cosas francamente difíciles para los homeschoolers, como se llama a los que practican este tipo de educación.
¿Acaso la Constitución prohíbe la educación en casa? No, pero la señora Casas invoca la ley de educación vigente (la LOE de Zapatero) para afirmar el derecho del Estado frente al derecho de los padres. Porque esa ley impone la escolarización obligatoria en el sistema oficial de enseñanza, lo cual, por otro lado, no deja de ser una potestad bastante arbitraria. Eso sí, dice también la señora Casas que ello no obsta para que el Estado pueda acordar formas más flexibles de escolarización. En definitiva, habrá que esperar a un Gobierno con más sentido de la libertad.
Un dato curioso: la educación en casa lleva muchos años existiendo en España sin que nadie haya osado meter ahí la cuchara. Bien es cierto que esta práctica se daba sobre todo en familias de tono ecologista y alternativo. Pero ha bastado que aparezcan varias docenas de homeschoolers católicos y protestantes para que el Estado descubra la urgencia de legislar. Y lo ha hecho, como era de temer, en perjuicio de la libertad de las personas.
La familia que ha suscitado la intervención del Tribunal Constitucional había hecho una auténtica obra de arte con sus hijos: hablan cinco idiomas y reciben enseñanza avanzada en matemáticas y lengua. Precisamente las grandes lagunas del sistema oficial español. Ahora el sistema decide que no se puede ser sabio por libre y que es preciso ser tan mediocre como los demás. POR JOSE JAVIER ESPARZA en la gaceta
LA PUTA UNIVERSIDAD ESPAÑOLA :
http://fonoteca.esradio.fm/2011-06-02/entrevista-de-cesar-a-jose-penalva-28871.html
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Lo cual implicaría recuperar un derecho que ciertos manipuladores les han arrebatado para sustituir la enseñanza por el adoctrinamiento. Los padres son los responsables número uno, el Estado es sólo subsidiario. Y cuando se ponen, se ponen... Ahí están los dos millones de niños que estudian en casa en EE UU con resultados superiores a la media. Esa opción que el Tribunal Constitucional ha vetado en España.
Otra cosa es que enseñar el vector a un mocoso sea poco práctico; y que tenerlo metido en casa resulte poco formativo (le privas de ese aprendizaje elemental que es la supervivencia en la jungla de la competitividad). Pero el sentido común nos dice que las mejores educadoras son las madres. Y cualquier pedagogo te reconoce que lo esencial se aprende en los siete primeros años de vida. Lo esencial son los cuentos narrados por madres y abuelas que transforman a pequeños mowglis en alevines de Descartes, esa comprensión lectora que el catecismo del P. Gabilondo no ha logrado inculcar. Lo esencial no son los másters, que se irán al guano con el primer soplo lehmanbrother que venga. POR ALFONSO BASAÑO en la gaceta
Durante años, los Tribunales españoles han dictado sentencias favorables a las familias que educan –educamos– en casa porque no existe ninguna ley que lo prohíba y, por tanto, rige el "Principio de Permisión": lo que no está expresamente prohibido, se considera permitido. El Estado no puede limitar derechos y libertades si no es por medio de una ley específica. Además, nos amparan la Constitución Española y la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y ahora va el TC y se saca de la manga una sentencia plagada de imprecisiones jurídicas, en la que eleva la escolarización a la categoría de “derecho del menor”, pero un derecho que es obligatorio y que está por encima de la libertad de los padres de elegir la educación que quieren para sus hijos. POR LAURA MASCARÓ
El presidente de la católica Concapa, Luis Carbonel, apuntó que la decisión de educar a los hijos exclusivamente en el hogar es "una opción más de la libertad de enseñanza que no es condenable". "Otra cosa es que no cuente con amparo legal (los magistrados del Constitucional entienden que la Carta Magna no lo respalda) y que por tanto se deba acatar la sentencia", puntualizó, pero consideró que "todo lo que sea restringir la libertad es malo".
"En un momento en que muchos padres consideran que la enseñanza está muy ideologizada y que carece de calidad, no es extraño que algunos consideren esta opción", agregó. Como ejemplo puso a Estados Unidos, "el país de las libertades", donde "el fenómeno del 'home studying', aunque minoritario, se permite perfectamente".
Ahora bien, habría que garantizar mediante pruebas externas que estos chicos obtienen el mismo desarrollo intelectual y personal que sus compañeros y que disponen de oportunidades de socialización, subrayó Carbonel. Por último, recordó que "por la propia idiosincrasia del trabajo de los padres, la escolarización a veces es difícil, como en el caso de los trabajadores del circo". extr. elmundo.es