ya no hay fe así entre la Compañía otrora el galeón católico, sino endemoniados pro-mundi |
Se cumplen 150 años de su beatificación por Pio IX en el día
de Pentecostés de 1862
UN TESTIMONIO DE DAR
LA VIDA POR LA FE CATÓLICA, POR LA LINEA MARCADA EN CRISTO UNIVERSAL Y
MISIONERO APOSTÓLICO. Un camino que poco antes habían seguido El Padre
Anchieta insigne canario
lagunero, apóstol del Brasil y fundador de Sao Paulo.
El 15 de julio se celebra en Canarias la solemnidad de los Beatos Ignacio de Azevedo y compañeros, los Mártires de Tazacorte. La Eucaristía conmemorativa se oficia en la iglesia de San Miguel Arcángel. En esta festividad se honra la memoria de cuarenta religiosos jesuitas que dieron su vida por el nombre de Jesucristo en las costas de La Palma cuando salían de Tazacorte.
Los jesuitas habían salido el 7 de
Junio de 1570 en la flota -compuesta de siete galeones- que navegaba rumbo al Brasil.
En la expedición también se dirigía a la colonia el nuevo gobernador Luis de Vasconcelos de Menezes - Comendador
de Villada en la Orden de Cristo-. Los jesuitas se distribuyeron en tres de
ellos: el Padre Ignacio de Azevedo
con 44 misioneros en el galeón Santiago.
Llegaron a la isla de Madeira el 14 de
Junio y el Santiago alzó velas en el puerto de Funchal el 7 de Julio, ya que
tenía que dirigirse a Santa Cruz de La Palma a descargar
mercancías. Sin embargo, una borrasca le obligó a arribar al puerto de Tazacorte
donde permaneció varios días. En la ermita de San Miguel de ese pueblo palmero,
el Padre Azevedo celebró la Santa Misa el día 13.
En el momento de beber del cáliz, tuvo
el P. Ignacio la revelación de su próximo martirio. Tan fuerte fue la impresión
recibida que con los dientes produjo en el borde del cáliz una suave mella. El cáliz
de Azevedo tiene un valor muy grande para los fieles palmeros, no el económico
sino el valor espiritual ya que significa el cumplimiento de la voluntad de
Dios.
Cuenta la tradición que, durante la
Consagración y justo en el momento de sumir la sangre en el cáliz, el jesuita
tuvo una visión premonitoria: vio la corona del martirio pendiente de su cabeza
por revelación divina. Desde ese momento sabía que iba a morir. En el cáliz,
que aún se conserva, es fácil distinguir la huella de sus dientes grabados por
obra milagrosa como reflejo de la impresión y arrobamiento recibida por el
futuro mártir.
El pirata francés Jacques de Sores – el
teniente Pata de Palo que dirigió el desembarco y saqueo de 1553 y que el año anterior
se vio elevado al mando supremo de la flota protestante- también se dirigía con
ésta hacia las islas del Océano. Como inmediatos subordinados se hizo acompañar
de los capitanes Jean Boucard y Jean
de Capdeville. Esto sucedía el 15 de Julio de aquel año. El feroz
corsario conocía la ruta de la nave Santiago, en la que viajaban el jesuita Ignacio de
Azevedo con 44 misioneros hacia Brasil y, cerca de la punta de Fuencaliente
frente a Boca Fornalla, le cortó el
paso con su navío de guerra Le Prince, situándose en posición de combate y
disparando su artillería para intimar la rendición.
El capitán del Santiago demandó a
Azevedo autorización, dada su escasez de hombres útiles, para armar a los
novicios, mas el provincial se negó a ello, exhortando a cada cual a cumplir
con su propia misión, y ordenando a los novicios, con el maestro Bento de Castro, descendiesen a sus
camarotes para orar, y cuando él regresó a cubierta para auxiliar espiritual y
materialmente a combatientes y heridos, ya se había iniciado la lucha.
siglos de piratería en el mar canario |
Los hugonotes intentaron por tres veces el abordaje. Sin embargo fracasaban en su intento ante la enérgica resistencia de la tripulación lusitana. Una vez concentrada toda la flota, pudo dar la orden de abordaje y asalto general cayendo los cinco navíos franceses sobre su presa en grupos de 40 hombres por babor y estribor. La lucha adquirió un hondo dramatismo. En medio del fragor de la pelea se distinguía la voz del padre Azevedo animando a sus compatriotas a morir por la fe, en lucha contra sus más declarados enemigos, hasta que atravesado su cuerpo de tres lanzadas, cayó exánime en los brazos de su compañero Diego de Andrade.
Los supervivientes de la tripulación y
resto de pasajeros, unos 28, se rendían a discreción. El maestro de novicios, Bento de Castro, fue acribillado a
arcabuzazos, desfalleciendo en el sollado mientras sus labios proclamaban a
gritos su calidad de hijo de la Iglesia romana; Manuel Álvarez que tuvo la noble osadía de hacer ver a los herejes
su ceguera, fue apuñalado; el padre Diego de Andrade, que cumplía misión
espiritual de confesar a sus compañeros, irritó de tal manera a los luteranos,
que se abalanzaron sobre él apuñalándole; e igual fin tuvieron Braz Riveiro y Pedro Frontero.
Detenidos y apresados los demás padres
y novicios, quisieron los piratas que antes de su muerte les rindiesen alguna utilidad,
obligándoles a trabajar en las bombas, con las que se proponían salvar de un
seguro naufragio al galeón Santiago. Mientras esto ocurría, los asesinos
recorrían los aposentos registrando cofres y talegos para profanar reliquias e imágenes, haciendo escarnio de los
ornamentos y objetos de devoción.
Consultado el pirata con sus esbirros
sobre la suerte que les preparaba, ordenó una matanza general al grito de
“¡Mueran! ¡Mueran los papistas que van a sembrar la falsa doctrina en el
Brasil!”. Los feroces verdugos (dice Rumeu
de Armas) cayeron entonces sobre la humilde hueste y sin perdonarles
humillaciones de todo género, fueron sucumbiendo, unos a puñaladas, y otros a
tiros en confuso montón de ancianos, jóvenes y casi niños sacerdotes y
novicios, muertos y heridos.
Es digna de mencionar la actuación de Simao de Acosta, joven de 18 años que,
no vistiendo todavía los hábitos y sintiendo Sores conmiseración hacia su
persona, se declaró a gritos hijo de San Ignacio para alcanzar la palma del
martirio.
HOMENAJE SUBMARINO EN FUENCALIENTE (elapuron.com) |
Así terminaron sus días coronados por el martirio aquella primera legión misionera de jesuitas, a los que la Iglesia conoce con el nombre de los Mártires del Brasil aunque más apropiado sería llamarlos de Canarias o de Tazacorte, en cuyas aguas sucumbieron.
El Papa Benedicto XIV, en su Bula
de 21 de Septiembre de 1742, reconoció el martirio de estos religiosos y Pío
IX, en el día de Pentecostés de 1862, los beatificó.
COMPILADO DE LALAGUNAAHORA.COM
CANTOS SAJONES PARA UN MARTIRIO CATÓLICO PRO-AMÉRICA
A Jacques de Sores, que atacó La Habana en 1555, y mató a los jesuitas 'en nombre de la reina Albret', como venganza por los ataques a hugonotes en Francia, se le conoce por varios nombres, p.ej. Jakob Soria, Jacques Souris; que todos serían ShorYah, 'el matarife de YahWeh'. El apellido Soria existe hoy en España y Francia. Salut +
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