dia de la mujer, de la MADRE y la ESPOSA. Por Bartolomé López Lara

A mi esposa:

Hoy he sentido deseos de infinito contigo. Sí, ha sido como un relámpago que cruzara por mi mente. De pronto experimenté un gran deseo de perpetuación a tu lado. Me vi en otro mundo desconocido y noté que me faltabas tú.....Unas lágrimas furtivas escaparon de mis ojos sin poderlo remediar, consecuencia de mi añoranza. De repente, el velo que impedía que te viera tal como eres, se fue, dejando, por primera vez, que viese nítidamente lo que tu significas en mi vida, a la par que en toda su grandeza se mostrara ante mi la sinigual belleza de tu alma.

¡Qué ciego y necio he sido hasta ahora! ¿Cómo ha sido posible? ¡Tan cerca de mi como te he tenido, y durante tanto tiempo!...Y jamás sentí que te quería tanto. Nunca mi egoísmo de varón ibérico andaluz -a pesar de conocerte y de saber cuantos sacrificios has tenido que soportar en los años que llevamos juntos-quiso dar su brazo a torcer, empeñado en no querer ver lo que tan evidente estaba: tu amor hacia mi, y tu total entrega a nuestro hogar, convirtiéndolo en ese remanso de paz por el que tantos y tantos suspiran.....

¡Perdómame, amor mío! Perdóname por todo lo que te hice sufrir, por lo que debiendo darte no te di, y por lo que te di sin deber darte. ¿Será que Dios, por fin, habrá escuchado mis súplicas y desea concederme la inmensa dicha de sentirme tan tuyo que no sepa distinguir tus risas, tus sufrimientos, tus dolores, tus alegrías....., de los sufrimientos, alegrías, dolores y risas mías ? ¿Será, acaso, que mi alma, a semejanza de la de la Santísima Trinidad, ha querido finalmente ir en pos de la tuya y fundirse, cálida, tierna, amorosamente, en una sola con ella ?

LAS TIPAS DE HOY MODERNAS ESTÁN SIN NORTE, SIN SENTIDO DE VIDA Y SER.

Ruego a Dios que así sea y le doy gracias infinitas por haberme dado en la Tierra la mujer, la única mujer que seguramente habría podido soportarme: tu, mi vida, que has hecho de mi la persona que siempre soñé ser, pero que nunca creí llegar a ser.

Tuve la mejor de las madres, tu lo sabes. Ella me dio el ser, me amamantó, sufrió cuando estuve enfermo (y lo estuve muchas veces), se quitó el bocado de su boca para dármelo a mí.......Estuve (y estoy) orgulloso y henchido como un pavo real de ella. Y hoy, veintidós años después de su muerte, apaciguado el tremendo dolor de su marcha, aún la recuerdo y quiero con veneración.

Tu, esposa mía, no me has parido. Pero has sufrido conmigo más que mi madre, y eso que solo eres de mi, como ella decía, "una rama pegadiza". Mas qué pegamento el que Dios puso en el Paraíso cuando instituyó el sacramento del matrimonio y manifestó a Adán y Eva que formarían un solo cuerpo, una sola carne, una sola sangre.....y un solo espíritu.

Cien vidas que Dios me diera no serían suficientes para pagarte la inmensa deuda que te tengo: la de haberme ayudando tanto a hacerme un hombre. Gracias por ello, esposa mía, pues ser un hombre es lo que siempre deseé más vehementemente.

Que Dios siga presidiendo nuestro hogar, que haga que nuestro amor se acreciente, que nos permita educar lo mejor posible a nuestros seis hijos, y que, cuantos años desee que continuemos juntos, sean de verdadera felicidad para todos nosotros.

perdida hasta que un hombre decente la dirija y relaje.

Hago firmes votos para que ocurra así y le rezo para que, aún después de abandonar esta vida, nos vuelva a reunir en la otra, pues la alianza que con su bendición recibimos me unió a ti para toda la eternidad.

!Te quiero, esposa mía!

la  mujer tiene que saber controlar, pero con cariño y pierna izquierda...

a mi MADRE (extracto) :

Aún continúa vivo en mi tu recuerdo, madre. Aún sigo estando unido a ti, como si nunca me hubiese sido cortado el cordón umbilical que físicamente me unía a ti, a través del que mi cuerpo recibía su alimento, tu alimento, madre.

Aún continúa vivo en mi tu recuerdo, madre. ¿ Cómo olvidarte ? ¿ Cómo olvidar lo que llevo en mi y que tu me diste ?

¡Cómo perduras en mi, madre ! ¡Te fuiste así, tan de repente! ¡Cómo te eché (y te echo) de menos! Jamás creí poder seguir adelante sin ti. ¡Tan hundido me sentía! ¡Tan poca cosa! ¡Tan insignificante!

   Sin ti a mi lado, la vida se me tornó acibarada, amarga, triste....Todo se me vino encima. ¿ Por qué no sucumbí ? ¿ Qué me sostuvo en aquella tan honda aflicción ? Ni yo mismo lo se, madre...

    Fue entonces cuando compuse aquello de " Si la gloria no existiera, y no hubiera un Más Allá, mi dolor sería tan grande, y mi pena tan profunda, que pensar no verla más, sería labrarme mi tumba ".

   ¡Tan fuertemente unido a ti estaba ! Lo eras todo para mi. Dejé nuestra pequeña, pero limpísima casa, y, en ella, a ti, madre mía. No se quién de los dos sufría más, si tu o si yo.....

Crees que no me daba cuenta de cómo temías la separación ? ¿Crees que ignoraba que a solas, cuando nadie te veía, vertías lágrimas y lágrimas que como perlas líquidas resbalaban por tu aún terso rostro ? 

   Recuerdo el día de la despedida. Los dos rehuíamos el momento. Pero éste se acercaba irremediablemente......

   Tenía que irme. Otra vida, lejos de ti, iba a dar comienzo, y tú, temblorosa, con los ojos hinchados de contener tus lágrimas para no aumentar mi pena, sólo acertaste a decir, tímida, quedamente: ¿ Ya te vas ?

   Fueron tres palabras, sólo tres, pero bastaron.

besos, lita amor virtual platónico, mua.

   ¿ Quién iba a decirme entonces que serían las últimas que oiría de ti ? No, miento, aún te oí otra vez, madre, cuando ya tan grave, estando de permiso por tu causa, me acerqué a ti y te dije ¡ Madre ! ¿ Me conoces ? ¿ Sabes quién soy ? Y tu, sin apenas mover la cabeza, me miraste y balbuciste quedamente: ¡Claro que sí, tonto!

  Después ya nunca  volviste a decir nada. Te marchaste para siempre. Y quedamos desamparados. Todos, madre, no solo nosotros, tu familia, sino también el pueblo entero, y el mundo entero, porque almas como la tuya no se ven casi nunca......

Hasta siempre, querida madre. No olvido nunca lo poco que me llevas en el camino. Y quiera Dios que al final de mi recorrido, cumplida la misión que a mi alma le haya asignado Dios, las dos, la tuya y la mía, junto a las de todos nuestros seres queridos y las de todos los que en esta vida se esforzaron por seguir a Jesús, puedan volver a fundirse en un tierno abrazo espiritual y que con su reencuentro sea tal la dicha emanada que ese día, sobre la Tierra toda, repiquen las campanas y nuestra paz y felicidad irradie al mundo todo, que tan necesitado está de ellas.

   Adiós, madre. Hasta nuestro próximo y definitivo encuentro en el Señor. 

http://www.nytimes.com/2002/07/17/us/study-links-working-mothers-to-slower-learning.html