La disidencia, vital para la democratización de Cuba. No sé por qué coincidencia, (que quizás pudiera explicarnos el mejor de los astrólogos o el Oráculo de Delfos, si consiguiésemos una maquinita del tiempo que nos trasladase a la antigua Grecia), cuando más se empecina y desespera la tiranía de los Castro en sus planes para acabar con la oposición pacífica interna, más artículos aparecen en el Ciberespacio descalificando a la cada vez más fuerte y admirada, por la población, disidencia prodemocrática cubana. Gracias a nuestra amiga Marta Cortizas, que casi todos los días hace una selección de las noticias que considera de mayor interés y nos las envía a nuestros móviles, acabo de leer un artículo de Miguel Fernández-Díaz ( http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-disidencia-otra-clave-del-pacto-obama-castro-322699 ).
Mientras leía los argumentos de este Señor no pude evitar pensar en consultar un buen brujo o en el artefacto que me pudiera llevar hasta Delfos y allí pedir a la mejor pitonisa explicación para lo que mi limitada inteligencia no me permite comprender.
Según la tesis de Miguel Fernández-Díaz, EEUU ha gastado desde 1996 a la fecha “mil millones de dólares sin que la disidencia haya logrado ni arrastre popular ni arrancar concesiones al gobierno”. “Trescientos millones para la transición a la democracia y setecientos millones para Radio y TV Martí”. Si Fernández-Díaz investigase a fondo y luego procediese con justicia, no lo plantearía de esa manera y su opinión sobre la disidencia fuese totalmente diferente. Si Miguel Fernández-Díaz nos visitase y compartiera con nosotros unos días, y viese en qué condiciones luchamos, los limitadísimos recursos con que contamos, la labor diaria con la población, el creciente apoyo del pueblo hacia nuestra causa, los avances alcanzados, las pequeñas victorias que vamos cosechando y que van dando lugar a otras mayores que van haciendo que disminuya el miedo de los ciudadanos. Y si todo esto lo une al valor y la firmeza, al sacrificio y la abnegación, con que luchan muchos de nuestros activistas, a los horrores de la prisión, a la violencia y persecución constante de las fuerzas represivas contra los opositores y sus familias, estoy seguro de que otro hubiese sido su artículo.
A menos que la Pitonisa de Delfos me convenza de que hay otra cuestión de por medio. Es cierto que cometemos errores, los cometieron Walesa y Solidaridad, Gandhi y su movimiento en la India, Luther King y su gente en EEUU, y triunfaron, como vamos a triunfar los disidentes cubanos. Cometieron errores nuestros mambises y se cometen en toda obra humana. Es cierto que el régimen infiltra nuestras filas para crearnos muchas dificultades, es cierto que nuestra sociedad ha sido muy afectada moralmente por más de medio siglo de totalitarismo comunista y que en nuestras filas, como en toda organización cubana, incluyendo las iglesias, tenemos al “hombre nuevo” que puede resultar torpe, perezoso, egoísta, indisciplinado, etc. Pero más cierto es, que hace muy mal quien exagera los defectos y desfigura la imagen de quienes mejor están cumpliendo con su deber de ciudadanos cubanos. Hace muy mal quien se pronuncia en el sentido que conviene a la dictadura, y más cuando, como la dictadura, está mintiendo o deformando.
No creo que seamos todo lo efectivos que quisiéramos y debiéramos ser en nuestra lucha por la democratización de Cuba, pero tampoco somos como nos pinta Miguel Fernández-Díaz. Es cierto que podemos hacerlo mucho mejor y de manera más coordinada y efectiva, pero decir que la disidencia se empecina en sonseras es lo más sonso o malintencionado que puede alguien decir. Excepto en Polonia, los países del desaparecido bloque comunista nunca tuvieron una oposición con el número de activistas, con la organización y el trabajo que tiene la nuestra y sin embargo los grupos e individuos de la disidencia en esos países, por pocos que fueran, contribuyeron al proceso de democratización. Y es que la suma de aportes de muchos actores, es la que hace posible el cambio. Además de injusto resulta perverso, sin tener presentes sus virtudes y lo positivo de su trabajo, emitir los criterios que Miguel Fernández-Díaz expone en su artículo sobre disidentes como Yoani Sánchez, Elicer Ávila, Las Damas de Blanco, Guillermo Fariñas, Antonio Rodiles, Manuel Cuesta, Rosa María Payá y otros.
Estoy seguro que el trabajo por la libertad de los antes mencionados además de necesario y útil, se conoce y aprecia más en la Cuba de hoy que lo que se conocía y apreciaba en 1987 la labor de Vaclav Havel en Checoslovaquia, y dos años después este era presidente de esa nación del centro de Europa. Decir que la razón de ser de las Damas de Blanco se agotó con la liberación de sus familiares presos resulta muy estúpido o malvado. La labor de estas valientes mujeres adquiere cada día mayor importancia para la lucha por el respeto a todos los derechos humanos de todos los cubanos. Además de que aún quedan varias decenas de presos políticos en las tenebrosas prisiones castrista, entre ellos el Sexto, valiente grafitero a quien Miguel Fernández-Díaz menosprecia en su artículo.
El juicio que formula Miguel Fernández-Díaz sobre la UNPACU y mi persona por afirmar yo, lo que ahora reafirmo, que desde finales de agosto y principios de septiembre del 2014 agentes del Ministerio del Interior decían que Raúl Castro les había dado la orden de acabar en tres meses con nuestra organización y las damas de Blanco, los dos grupos que más le preocupan a la dictadura por su activismo público y constante, son una clara demostración de que el autor solo se interesa en el caso cubano cuando siente impulsos de criticar por criticar o cuando le encomiendan algún trabajito. Todo cuanto afirmé luego se puso de manifiesto y los intentos por acabar con toda la disidencia real van en aumento. El término “Según fuentes del MININT consultadas por UNPACU”, fue una incorrecta interpretación del activista que transcribió mis palabras para nuestro sitio Web. Pero Miguel pudo confirmar con solo llamarnos o enviarnos unas líneas a nuestros correos.
No sé por qué motivo, y aun no he podido consultar a un buen adivino, tanto el régimen castrista como Miguel Fernández-Díaz tienen marcado interés en que las relaciones de EEUU con la dictadura se desarrollen sin la menor participación de la disidencia prodemocrática. El régimen, además de querer hacernos desaparecer se esforzó muchísimo en presentarnos como los principales perdedores ante el anuncio del 17 de diciembre. Nosotros nos hemos esforzado en llevar a la población otra interpretación de los hechos: a la larga el gran perdedor será el régimen y los ganadores el pueblo y los demócratas cubanos de dentro y de la diáspora. En nuestro mundo globalizado, donde las dictaduras se apoyan con mucha efectividad, los demócratas que luchamos en condiciones tan desiguales necesitamos del apoyo del mundo libre.
Es cierto que muchos en el mundo libre apoyan la causa de los disidentes cubanos y los EE.UU. en primer lugar. Pero también es cierto que no siempre el mundo libre apoya de la manera en que es más necesario y que hasta EE.UU. muchas veces no sabe cómo apoyar de la manera más efectiva. Es cierto que se ha gastado bastante dinero en programas a favor de la democratización de nuestra patria, pero también es cierto que se ha gastado muchísimo más dinero en programas a favor de la democracia y la paz en otros países y que los resultados no han sido los esperados. Y no por ello se va a suspender el apoyo a quienes más lo necesitan y merecen. Si bien es cierto que los principales responsables de la democratización de Cuba somos los cubanos todos, también lo es que cuantas más fuerzas coincidan en aras de tan necesario objetivo más pronto podemos alcanzarlo.
La política de Obama es inteligente, pero sin la vital participación de la disidencia prodemocrática, puede ayudar a hacer de Cuba en los próximos años una China o un Vietnam, pero no una nación libre, democrática, próspera y justa. Son las 3 AM y tengo que descansar unas horas al menos, pues aunque todavía no hemos logrado el arrastre del que habla Miguel Fernández-Díaz, si tengo que atender decenas de personas que diariamente pasan por nuestra sede principal en Santiago de Cuba. Mucho queda por decir sobre estos temas. Ya me parece estar oyendo a la pitonisa de Delfos recordándome aquellos versos de José Martí:
“Vil viene bien y no menos,
al que por la paga vil
mata el ánimo viril
entre los cubanos buenos”.
No sé por qué los hay que se empecinan en desanimar cuando tanto ánimo hace falta. Agradecemos las críticas constructivas, pero no la puñalada por la espalda y con puñal envenenado.
José Daniel Ferrer García, presidente de Unión Patriótica de Cuba