martes, 22 de mayo de 2012

Reseñas históricas y creyentes sobre la imagen de “la Cachita” VIRGEN DEL COBRE en su 400 aniversario.



Antes de la aparición y llegada de la Virgencita de la Caridad al Cobre:

 1599. El Capitán de Artillería Don Francisco Sánchez de Moya tomó posesión de unas minas de cobre en el territorio indio de Tarara, a unas cuatro leguas de Santiago de Cuba. Las bautizó con el nombre de Santiago del Prado. La población estaba formada en su mayoría por indios y esclavos negros el Rey. Para el sustento contaba con dos hatos, el del Puerto Pelado y el de Bararajagua.

 1609. En el cerro de la mina hay una pequeña ermita dedicada a la Virgen María bajo la advocación castellana de Nuestra Señora de Guía Madre de Dios de Illescas. Allí vivía un ermitaño llamado Matías de Olivera que cuidaba la ermita y daba catecismo a los negros esclavos.







La imagen es como de media vara de alto y de pronto hace el efecto de estar agobiada bajo el peso del rígido monto y de la enorme corona. Está en pie sobre una esfera de plata, y gira hacia delante.

Pues bien, la del cobre es la representación de la gracia tropical: bajo la estatura, menonita, de fracciones poco acentuadas, morena más que trigueña, bonita, de larga cabellera negra y grandes ojos de azabache, brillantes e intensos.

La coronación y la aureola (de 20 pulgadas de diámetro) eran, ambos, de oro 18 quilates y platino, injertadas en ellos 1450 brillantes, rubíes, esmeraldas, etc. también la cruz de platino, que lleva la imagen en su mano derecha, estaba formada con brillantes y amatistas; la corona del niño Jesús, de oro y platino ricamente guarnecida de brillantes y perlas. Habían sido confeccionadas bajo la guía de Julio raíces, director de los talleres de la joyería la estrella de Italia en La Habana, según diseño del Santiaguero Joaquín Hernández Giró.





Desde el nacimiento de nuestra nacionalidad la fe Católica ha estado íntimamente ligada al devenir de nuestra cultura y al destino y avatares del pueblo cubano. Prueba filial y entrañable de nuestros mambises a la Virgen de la Caridad del Cobre.



Recordamos a Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, que al comenzar la contienda de 1868 decidió acudir al Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre para presentar sus armas a la Madre de Dios y rogar su protección. Aquel mismo pueblo muchos años antes había sido escenario de la conquista de su propia libertad protagonizada por los esclavos que trabajaban en las minas.
La presencia de la Virgen de la Caridad no fue solo durante las luchas por la Independencia, sino también alcanzar, no sin límites y nuevos peligros, la ansiada libertad.
En 1915, los mambíes Veteranos, reconociendo al Vicario de Jesucristo, como Supremo Pastor de la Iglesia Universal, pedirían  al Papa Benedicto XV que proclamara a la Virgen de la Caridad como Patrona de Cuba, como Reina y Madre de todos los cubanos.
¿Qué cubano no ha oído hablar alguna vez de la Virgen de la Caridad del Cobre? No es preciso siquiera tener creencias para interpretarla como un símbolo de la cubanía. Un aspecto insoslayable en cualquier estudio referido a la formación de  nuestra conciencia nacional, ha de ser el origen y evolución del culto popular a la misma. Durante las últimas décadas del s. XX, se han investigado temas importantes de la Ideología religiosa popular:
Este trabajo de profunda investigación hace alocución en el quehacer de la historia regional, hizo asunto obligado el tema de la Virgen del Cobre, por la estrecha relación con la historia de la antigua jurisdicción de Cuba y, en Particular, del poblado minero que da nombre a la Imagen Mariana, Patrona de Cuba.

En esta investigación presentamos desde esta perspectiva, intentamos llegarnos al Meollo del Origen y Progreso del Culto Popular a la Virgen Morena, la Cachita involucrada en la conquista de nuestra autoconciencia nacional.

Como diría Fernando Ortiz, es el tema cubano lo que nos interesa, a lo que agregamos también el eclesiástico, el de la historia y folklore.

Las épocas pasadas se aglomeran en la memoria de los hombres, se confunden los momentos, se pierden  hechos y se reconstruyen otros, según la necesidad de un grupo o de la propia sociedad en su conjunto.

Este trabajo sobre la advocación mariana quiere decir escudriñar en las entrañas del criollo de ayer y del cubano de hoy, en su sentido de la vida, en su utopía de realización.
   Aspiro a que esta obra permita sí, conocernos para estrechar mucho mas los lazos de la comunidad nacional.

   Hoy, ahora nace de este pueblo que cuenta cada amanecer su historia de fe, de devoción, de veneración a la madre de todos que desde siempre sembró en nosotros el amor a Dios…

Un hijo de este pueblo de amor consumado cada día, con la bendita presencia de la Imagen de la Virgen de la Caridad a la que honramos y veneramos con tantos títulos, pero que solo uno la hace vibrar en lo profundo de nuestros corazones, la madre que representa y nos trae cada día el amor a cada hijo que cobije aunque sea por solo un instante la imagen, el nombre, de esta Gracia de Dios, que nos regalo a cada ser.
Hago mías también las palabras de todas estas investigaciones sobre la historia de la Virgen de la Caridad y me agrego en la gran lista de investigadores, como son esos grandes ya antes mencionados, que hicieron un trabajo profundo sin negar nunca su fe, que es esa la fuerza que los identifica también como hijos más cercanos a la madre de la cual tanto aprendemos.

Aun  ya próximos a la celebración del 400 aniversario de la aparición de la bendita Imagen ofrezco la presente historia dirigida a todos en especial a las jóvenes generaciones con el propósito de que sean conocidas las raíces y las experiencias del cariño que le tenemos a la Madre de todos los cubanos.

Aquella suplica fue escuchada y se constituyo en uno de los primeros gestos de cercanía y afecto paternal de un Pontífice Romano hacia el pueblo de Cuba.
Ese testimonio de reconocimiento a la nación se hizo solicitud cotidiana y lazo permanente cuando en 1936 se establecieron relaciones diplomáticas entre Cuba y la Santa Sede, oportunidad que sirvió para que los Vicarios de Cristo enviaran a sus representantes personales que llamamos Nuncios Apostólicos, precisamente por su condición de enviados del Príncipe de los Apóstoles.
Estos Nuncios, con calidad de Embajadores del Santo Padre, representan al sucesor de San Pedro tanto en el seno de la Comunidad Eclesial como ante el Estado y Gobierno de la Nación.
Al paso del tiempo la Iglesia y la Patria fueron creciendo y estrechando sus lazos de fe y cubanía; una prueba de ello fue la elevación del primer cubano al Supremo Colegio de los Cardenales para formar parte de la familia más cercana al Papa, de su senado y consejo, para ayudar al Santo Padre al pastoreo de toda la familia humana.
Fue el Cardenal Manuel Arteaga y Betancourt el primer purpurado cubano que tuvo como perfil fundamental de su servicio a nuestra patria el ¨¨cubanizar¨¨ a la Iglesia que peregrinaba en esta Isla, a lo que hoy llamaríamos inculturar la fe, encarnarla en nuestra historia y dotar a las obras y agentes pastorales de la Iglesia de una identidad cubanísima y un acendrado amor a nuestra Patria.
Una de estas obras fue la organización del primer Congreso Eucarístico Nacional en el año de 1947 para la que  se escogió la cercanía de las fechas patrióticas del 24 de febrero, así quedo, como testimonio expresivo de ese inseparable amor a Cuba y a Cristo, esta fecha del inicio del ultimo trecho hacia la independencia como el día en que, por primera vez  en la historia de cinco siglos de Iglesia en Cuba, un Sumo Pontífice dedicara especialmente a nuestra Nación un Mensaje grabado en su propia voz y transmitido a todo el País por la radio nacional.
En ocasión de que por primera vez un Vicario de Cristo pisara tierra cubana y bendijera nuestras personas y toda la nación con la celebración de la Santa Misa en la nombrada Perla del Caribe, hemos querido regalarnos este trabajo que recoge todos los mensajes que desde el año 1916 hasta nuestros días han pronunciado los Sumos Pontífices al dirigirse a Cuba.
En esta recopilación del magisterio Papal especialmente dirigido a Cuba podemos apreciar las líneas maestras del pensamiento Católico frente a las diversas circunstancias históricas por las que ha devenido nuestro País. Tendremos la oportunidad de acercarnos a los temas más importantes y reiterados a las principales preocupaciones de los pastores de la Iglesia y las orientaciones y consejos que, en su tiempo, fueron luz anticipada consejo oportunísimo y rumbo orientador.
Quiera Dios que caiga en el corazón y la mente de todos los hijos de Cuba como ¨ rocío de la mañana ¨, como ¨ esperanza para los que sufren¨, como ¨ estrella, y anuncio de la Evangelización¨, como ¨puerta y camino¨ para andar con Cristo que el mismo fundó poniendo su divina sangre en las jambas de la humanidad para que la nueva alianza abierta para todo hombre los senderos de la justicia y la paz, de la libertad y la solidaridad, de la esperanza y del amor, el amor que todo lo cree, que todo lo aguanta, que todo lo disculpa, el amor que todo lo espera. Por Joel Hernández




La aparición de la imagen

  1612. Y hallaron la imagen de la Virgen María.

 El mayoral Miguel Galán manda a los hermanos indios Juan y Rodrigo de Hoyos a buscar sal en las Salinas que están al Norte de la bahía de Nipe. Les acompañaba como lanchero un esclavo negro criollo de diez años de edad a quien todos llamaban Juan Moreno.
 Después de lanchear en el cayo Francés que está en la bahía de Nipe y estando la mar en calma partieron para las Salinas antes de salir el sol, embarcados en una canoa. Ya lejos del Cayo, vieron una cosa blanca sobre la espuma que no podían distinguir. Acercándose más les pareció un pájaro. Luego pidieron los indios: es una niña. "Y en esos discursos llegados reconocieron la imagen de Nuestra Señora de la Virgen Santísima con un niño Jesús en los brazos, sobre una tablita pequeña".

 La tablita tenía unas letras y Rodrigo las leyó: Yo soy la Virgen de la Caridad. Y siendo sus vestidos de tela, éstos no estaban mojados.

 Llenos de gozo por el celestial hallazgo, tomaron sólo dos tercios de sal y retornaron al Cayo y allí a la costa. Echaron la sal en un saco y lo cargaron sobre la mula, que había quedado amarrada en la entrada del bosquecito.

Prepararon una parihuela y con mucho cuidado colocaron encima la imagen, sujetándola  con bejucos. Se sentía muy felices y a la vez sobrecogidos por la presencia de la bendiga imagen. Reunieron unos cuantos lirios silvestres y los entrecruzaron en los bejucos. “¡Qué linda estaba Madre!”

 Juanito se encargó de arriar la mula mientras los hermanos Rodrigo y Juan llevaban a la Virgen en andas. Era el primer recorrido por su nueva tierra. Cuando se detenía a descansar, les rezaban un Ave María y se ponían a hablar con ella mostrándoles las bellezas del paisaje Cuba. Al fin, después de unos días de camino, llegaron al hato de Barajagua donde fueron recibidos con mucho asombro por Don Miguel Galán, el mayoral, y los demás vecinos.

Estando ya en el hato, Don Miguel mandó ponerle imagen en su casa hasta que les dieran una pequeña capilla. Avisó al Capitán Sánchez de Moya con el esclavo Antonio Angola. Enterado del hecho prodigioso les encargó que le hiciera una capilla y les obsequió una lámpara votiva de cobre para que la Virgen estuviese siempre alumbrada. Todos se pusieron a la piadosa tarea, levantando con rapidez un pequeño bohío con tablas de palma y techo de guano.

Colocada la imagen en un pequeño altar, todos iban a venerarla y, tomándole mucho cariño, la saludaban varias veces al día. El indio Rodrigo de Hoyos fue encargado de mantener la lámpara encendida. Un atardecer descubrió que no estaba la imagen en el altar y, dando gritos, puso a todo el mundo buscarla, pero nadie le encontró. Al amanecer, el propio Rodrigo tuvo la alegría de encontrar la imagen en su lugar el altar con los vestidos mojados.

  



Traslado a las minas de El Cobre


  1613. Conocedor de lo que estaba ocurriendo en el hato, Sánchez de Moya determina trasladar la imagen a las minas. Para ejecutar esta operación envío al padre Francisco Bonilla, religioso franciscano Guardián del Convento de San Francisco en Santiago. Con él iban toda la infantería real de las minas y mucha gente de la población.

Se emprendió la primera procesión organizada. Españoles, indios y negros, entremezclados. Delante iba el crucifijo, varias personas con velas, otras cuatro llevando la imagen en andas, el Padre Bonilla, los hermanos Hoyos, el mayoral Galán, y delante de la imagen el niño Juan.

Colocaron la imagen en un altar de la iglesia parroquial de las minas todo desde fuera, una escuadra de infantería disparo salvas en su honor mientras repicaba la campana. Se acordó construirle una ermita y para ubicar la donde debía ser, el padre Luís Colmenares, franciscano que atendía el curato, celebró misa cantada dedicada al espíritu santo para que les hiciese conocer el lugar elegido todo
En esa espera necesaria, "se vieron tres luces arriba en el cerro de la mina, en derecho a la fuente, y dichas luces se aparecieron y vieron por tres noches continuas, con la admiración de todos, y luego desaparecería..." (Declaración de Juan Moreno).

Y sigue contando el negrito Juan -ahora de 87 años-: "por este milagro eligieron el lugar donde se veían las luces para la ermita y santa casa "desta" Divina Señora de la Caridad, que hoy está en dicho cerro haciendo milagro con los devotos que la llaman...".

Era tanta la veneración popular de los fieles que peregrinaban desde Santiago de Cuba y la zona de Bayamo hasta las minas de Santiago del Prado cada vez más conocidas por El Cobre, que las autoridades eclesiásticas quisieron recoger los testimonios referentes a la imagen de Nuestra Señora de la Caridad y de los Remedios. Y nadie mejor para dar testimonio de aquel niño de diez años llamado Juan Moreno ahora de 85 años, casado, antiguo capitán de las minas y, aún, esclavo del Rey. Era el único testigo de aquellos acontecimientos. Todos los demás habían muerto.

La entrevista tuvo lugar en la parroquia de las Minas el día primero de abril de 1687. Estaban presentes el Cura beneficiado Don Juan Ortiz Montejo de la Cámara; el Notario Mayor público Antonio González de Villarroel y Juan Moreno. Concluida la principal declaración, pasaron a entrevistar a otras personas mayores. Todos coincidieron con el principal testimonio y hablaron también de los muchos milagros obtenidos de la Virgen.

Una figura muy destacada en casi todas las narraciones de los milagros fue el ermitaño Matías de Olivera.

El documento se envío, como era costumbre, al Consejo de Indias en Sevilla y se conserva en su archivo en el legado Santo Domingo 363, año 1687.

Santiago del prado un pueblo de chinos y mulatos, descendiente de los negros que había tenido el rey para labrar las minas.  Estos cobreros eran los mismos que se jactaban de poder sostener dos iglesias.
Ya en la corte de Madrid, el santiaguero Nicolás Joseph de Ribera en su Descripción de la Isla de Cuba escrita a mediados del siglo XVIII, caracteriza el poblado de esta manera:

 “Santiago del prado (comúnmente El Cobre) es pueblo pequeño de negros y mulatos, parte libre y parte esclavos del rey. Está cuatro lenguas al occidente de Cuba, en la falda de un monte en que hay abiertas muchas minas de cobre, en cuya cima hay iglesia en la que se venera una imagen de María santísima con el título de La Caridad, á donde de todas partes van en romerías, y se han experimentado algunos milagros”.







Pedro Agustín Morell de Santa Cruz lleva a cabo una visita pastoral en 1756, en la que incluye a Santiago del prado. Entre sus dos Iglesias destaca el santuario de la virgen de la caridad: “Este es el templo tan celebrado no sólo en la isla si no en todas partes, por venerarse en él una efigie de nuestra señora con título de caridad, y remedios “.   El templo era un cuerpo de mampostería y tejas con 16 barras de ancho y seis de alto. Tenía tres altares, púlpito, reloj y despertador; dos tribunas con sus órganos, un pórtico con tres campanas: una grande y dos pequeñas, estas últimas en la puerta principal. La sacristía se encontraba a espaldas del altar mayor con el que se comunicaba por dos puertecitas y se hallaba cercada por una tapia con sus garitas para el adorno. Al este, estaban las casas del capellán y los ermitaños; al oeste, la Hospedería.

Decían  que el primer templo había acostado 30.000 pesos y reedificar lo, debido al deterioro provocado por una avenida del río, 40.000 e incluía el valor de sus campanas y una lámpara de 150 libras de plata. Su situación en la cima de cerro había motivado la construcción de “una escalaraza de ocho pasos de ancho, y medio  cuarto de legua de largo con dos muros, o pasamanos de cantería que la guarnece hasta la misma iglesia pintados de varios colores “.

El costo de aquella obra se calculaba, sin contar el trabajo voluntario, como en 200.000 pesos que financiaron esclavos y libres cobreros.

El significado del santuario para la vida de la comunidad de Santiago del Prado fue comprendido por el gobernador departamental Vicente Manuel de céspedes y lo reflejó en carta suscrita a favor de la defensa de su libertad:

 “Agregase el célebre santuario de nuestra señora de la caridad, causando admiración la diaria; y ejemplar devoción, con que se dedican a su culto, tributando le lo que su miseria puede alcanzar, con capellán y mayordomo, sacerdotes y ermitaños que lo cuidan, que auxiliados de los ministros de la parroquial, y aquellos de éstos, celebrado suntuosas funciones en días determinados en uno y otro templo: haciendo apetecible la concurrencia de los pelegrinos y romeros de todas partes, a cumplir sus promesas”.

Original de Joel Hernández


1 comentario:

  1. Recordemos que al comienzo de la ROBOlución existió obispo bravo, que se llamó Perez Serante en Santiago de Cuba y más de una vez, desde el púlpito le enrostró muchas verdades al hoy "miseria y escombro humano Fidel Castro"; luego el -obispo valiente- Pedro Meurice Estiú (que fue precisamente hechura del Obispo Perez-Serante, que fue su maestro) siempre tuvo una postura DIGNA ante la tiranía y le enrostró al genocida Raul Castro una cuantas verdades, en aquella memorable misa ofrecida por el Papa Juan Pablo II en su visita a Santiago de Cuba en enero del 1998. Recordemos también que por Kuba pasó aquel Nuncio Cessare Sacchi, de MUY triste recuerdo para los católicos cubanos, que hasta se retrató -cortando caña con Fidel- y fue precisamente ese Sacchi un gran "promotor" del entonces simple cura Jaime Ortega y Alamino e importante artífice del rápido ascenso, de Ortega, dentro de la jerarquía de la Iglesia.

    NOTA: En la recién visita a Kuba del Papa Ratzinger, cuando la momia FC lo fue a ver en la Nunciatura de la Habana y lo recibiese el actual nuncio Bruno Musaró le dijo a la momia y se oyó claramente en el video, que él Bruno Musaró fue discípulo de su "gran amigo Cessare Zacchi"....... luego, que se puede espera de estos tipejos tramitados..... Tal parece que estos "purpurados malandrines" piensan que los católicos cubanos y los cubanos en general, somos imbeciles y morones y que tenemos poca o ninguna memória histórica...... pero la pagarán y sus malévolas acciones, un día -no lejano ya Dios Mdte.- saldrán a plena luz, así como su desleznable, cobarde y traidor proceder de traición a Dios y en el caso de los curas cubanos, que a ello se han prestado, también traición a la Patria que los vió nacer. EN FORO DIARIODECUBA.COM

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