Y el año en que, por tanto, ha subido a los altares como beato y mártir “in odium fidei” sin necesidad de milagros, Enrique Angelelli, un obispo que decía misa y consagraba bajo la protección del estandarte terrible de los sanguinarios Montoneros, y que se estrelló un día en la carretera por exceso de velocidad.
FORO INFOVATICANA