HAMBRE Y PALOS para el populacho castrista |
Extracto de la novela de Ayn Rand "La Rebelión del Atlas" ( la rusa Alisa Zinóvievna Rosenbaum), donde explica como funciona la "solidaridad" y el "estatismo". Con permiso de "butanito", Jose Mª Garcia , en román paladino, el "chupopterismo" y la "solidaridad coactiva" tipo PSOE-Andalucia, IU ó "Podemos" como esencia de la acción moral y política y de la sociedad:
Votamos ese plan en una gran reunión, con todos nosotros presentes, los seis mil, todos los que trabajábamos en la fábrica. Los herederos Starnes hicieron largos discursos a propósito del plan, y no resultó claro, pero nadie hizo preguntas. Nadie sabía cómo se suponía que el plan funcionaría, pero todos pensamos que el de al lado lo sabría. Y si alguien tenía dudas, se sintió culpable y mantuvo la boca cerrada – porque lo presentaron como si oponerse al plan equivaliera a tener el alma de un asesino de niños y ser mucho menos que un ser humano. Nos dijeron que el plan conseguiría un noble ideal. Bueno, ¿cómo íbamos a creer que no? ¿Acaso no lo habíamos escuchado toda nuestra vida, de nuestros padres y maestros de escuela y sacerdotes, en cada periódico leído, en cada película y cada discurso público? ¿No nos habían dicho siempre que esto es lo virtuoso y lo justo? Bien, quizá haya excusas para lo que hicimos en esa reunión. Aún así, votamos el plan – y lo que obtuvimos, fue más que merecido. Usted sabe, señora, somos hombres marcados, de alguna manera, los que vivimos esos cuatro años que duró el plan en la fábrica de la Twentieth Century Motors. ¿Qué se supone que es el infierno? Perversidad, lisa y llana perversidad, ¿no es eso? Bien, eso es lo que vimos y ayudamos a construir – y pienso que hemos sido maldecidos, cada uno de nosotros, y nunca seremos perdonados…
“¿Sabe usted como funcionaba aquel plan, y lo que le hizo a la gente? Intente echar agua a un tanque que tiene en el fondo un caño que lo drena más rápido de lo que se puede llenar, y cada balde que usted trae ensancha el caño una pulgada más, y cuanto más trabaja, más le es requerido, y usted acarrea baldes cuarenta horas a la semana, luego cuarenta y ocho, luego cincuenta y seis – para la cena de su vecino – para la operación de la esposa – para el sarampión del hijo – para la silla de ruedas de la madre – para la camisa del tío – para la escuela del sobrino – para el bebé de al lado – para el bebé que nacerá – para cualquiera en cualquier parte alrededor suyo – le corresponde a ellos recibir, desde pañales hasta dentaduras postizas – y a usted le corresponde trabajar, desde el amanecer hasta el crepúsculo, mes tras mes, año tras año, sin más resultado que su sudor, sin nada que esperar más que el darles placer a ellos, por toda su vida, sin descanso, sin esperanza, sin fin… De cada uno según su habilidad, para cada uno según su necesidad…".
"Somos todos una gran familia (nos dijeron) estamos en esto todos juntos". Pero no operamos un soplete de acetileno diez horas al día – juntos, y no nos agarramos todos un dolor de barriga – juntos. ¿La habilidad de quién y qué necesidades van primero? Cuando es una sola olla, no se puede permitir a una persona decidir cuáles son sus propias necesidades, ¿no le parece? Si lo permitiera, podría argumentar que necesita un yate – y si lo único a tener en cuenta son sus sentimientos, hasta podría llegar a demostrarlo. ¿Por qué no? Si no es justo que yo tenga un auto hasta que me tengan que internar en un hospital de tanto trabajo para ganar un auto para todos los holgazanes y todos los salvajes desnudos de la tierra – ¿por qué no habría de exigirme también un yate, si aún tengo la habilidad y la fuerza como para aguantar de pie? ¿No? ¿No puede? Entonces ¿por qué puede exigir que yo no tenga crema para mi café hasta que él no haya podido pintar su casa? … Bien, bien… Bueno, de todas formas, lo que se decidió es que nadie tendría el derecho de juzgar sus propias necesidades o habilidad. Eso sería votado.
Sí, señora, lo votamos en una reunión pública dos veces al año. ¿De qué otra manera se hubiera podido hacer? ¿Se atreve a imaginar lo que ocurría en esas reuniones? Nos llevó sólo una reunión darnos cuenta de que nos habíamos convertido en mendigos – asquerosos, quejumbrosos y llorones mendigos, todos nosotros, porque ya nadie pudo reclamar su paga como un derecho ganado, no tenía ya ni derechos ni ganancia, su trabajo ya no le pertenecía, pertenecía a „la familia‟, y nadie le debía nada a cambio, y la única pretensión que uno podía tener hacia ellos era su „necesidad‟ – por lo tanto, debía suplicar en público para que se aliviaran sus necesidades, como cualquier lamentable llorón, describiendo todos sus problemas y miserias, ya que eran las miserias, no el trabajo, lo que se había convertido en la moneda del reino – así que se tornó en un concurso entre seis mil limosneros, cada uno asegurando que sus necesidades eran peores que las de su hermano. ¿De qué otra manera se podría haber hecho? ¿Se atreve a adivinar lo que ocurrió, qué clase de hombres permanecieron en silencio, sintiendo vergüenza, y cuáles se alzaron con el botín?
monstruos de la Historia entrados en la masa humana del Fin Civilizatio |
Esto era todo el secreto de todo aquello. Al principio, me preguntaba cómo era posible que la gente educada, culta y famosa del mundo pudiera cometer una equivocación de ese tamaño y predicar como virtuosa esa clase de abominación – cuando sólo cinco minutos de experiencia le hubieran indicado lo que ocurriría si se pusiera en práctica su deseo. Ahora sé que no fue ninguna equivocación. Errores de ese tamaño nunca se cometen inocentemente. Si los hombres se dejan llevar por una locura depravada, sin manera de que funcione y ninguna razón posible para explicar su decisión – seguro que es porque tienen una razón que no quieren decir. Y tampoco nosotros fuimos tan inocentes cuando votamos a favor del plan en la primera reunión. No lo hicimos únicamente porque creímos que la edulcorada cháchara que nos vomitaron fuera buena. Teníamos otra razón, pero la cháchara sirvió para esconderla de los vecinos y de nosotros mismos. La cháchara nos dio la oportunidad de hacer pasar como virtud algo que nos avergonzaría admitir de otra manera.
No hubo uno solo de los que votaron que no hubiera pensado que con ese esquema podría apoderarse de parte de las ganancias de otros más competentes que él. No había nadie tan rico o inteligente como para creer que no hubiera alguien más rico o más inteligente, y ese plan le daría una participación de esa riqueza y de esa mente. Pero al pensar que obtendría beneficios no ganados de los superiores se olvidó de que los de abajo también obtendrían beneficios no ganados. Se olvidó de todos sus inferiores, que se apuntarían a chupar su jugo tan rápido como él intentaría chupar el jugo de sus superiores. El trabajador que se enamoró de la idea de que sus necesidades le justificarían tener una limusina como la de su jefe, se olvidó de que todos los vagos y mendigos del mundo aparecerían manifestando que sus necesidades justificaban que se les diera un frigorífico como el suyo. Ese fue el verdadero motivo cuando votamos – esa fue la verdad – pero no quisimos creerlo, de manera que cuanto menos nos gustaba el asunto, más alto gritábamos nuestro amor por el bien común.
“Bueno, obtuvimos lo que nos buscamos. Cuando nos dimos cuenta de qué era lo que habíamos pedido, ya era demasiado tarde. Estábamos atrapados, sin ningún lugar a donde ir. Los mejores abandonaron la fábrica en la primera semana del plan. Perdimos a nuestros mejores ingenieros, supervisores, capataces y obreros más cualificados. Un hombre digno no se convierte en una vaca lechera para nadie. Algunos tipos hábiles intentaron aguantar, pero no lo soportaron durante mucho tiempo. Perdíamos gente todo el tiempo (se escapaban de la fábrica como de la peste) hasta que no nos quedó más que la gente necesitada, ninguno de los competentes.
CITAS de Iker Garcia Pariente EN FORO LIBERTADDIGITAL.COM
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