LA NIÑA ROSITA o la demencia mediática social feminazi llevada a su órdago familiar

el lavanado cerebelar se pinta de oro y fulaneo pijo

CASO DE LA NIÑA ROSITA 

Rosa Virginia Fletes Reyes, nacida en Nicaragua el 15-12-1993, a sus nueve años aparentaba unos trece. En La Suiza, cantón de Turrialba, prov. de Cartago, Costa Rica, habitaba con varios tíos y primos, con su madre Mª de los Santos Esquivel Reyes, de quien era hija única, y con su padrastro Francisco Leonardo Fletes Sánchez. Inmigrantes nicaragüenses indocumentados y analfabetos, llevaban cinco años trabajando en los cafetales costarricenses. 

“Rosita” ingresó en el Hospital William Allen, de Turrialba, el 8-1-2003, aquejada de diarrea, vómitos, y fetidez vaginal. Los médicos diagnosticaron su embarazo de diez semanas, y dos enfermedades venéreas: candidiasis y papilomatosis. Las curaron y prescribieron controlar el embarazo en el maternal Hospital Calderón Guardia, de San José, cuyo Servicio de Psiquiatría descartó todo riesgo por condición depresiva o ideación suicida.

y también las movidas en centros de secuestro infantil familiar de Expaña

Ante tan excepcional embarazo precoz, fruto de fecundar el primer óvulo (ella aún no había menstruado), cundió la noticia en grandes titulares nacionales, publicando la salud de la gestante e hijo, afirmada por los médicos, y las ilusiones por el bebé. Ilusiones tanto de la niña como de su familia, quienes valoraban tal embarazo como algo sucedido de modo natural, que debía pasar, sin necesaria culpa de nadie. Y expresaban ilusión y el deseo de que el niño gestado fuese un varón. Preñez “natural” o no, la autoridad intervino por denuncia del hospital. De no ser una violación estricta, a tan corta edad era una violación equiparada, de consentir sexo la menor. Y fue detenido un campesino de 20 años, al acusarle Rosita por instrucciones de su padrastro (Proceso Alex Barquero).

La niña y sus padres cayeron bajo las manipulaciones proabortistas de la nicaragüense Red de mujeres contra la violencia, inmediata portavoz y dirigente, que les pagó abogados, gastos y el sustento hasta el 2007, pese a que el gobierno costarricense venía ayudando a la familia. Y a sabiendas de tan falsa violación estricta, dichas pseudofeministas encubrieron al culpable, fingiéndole un heróico padre biológico, e instrumentalizaron tan sensible drama a fin de convencer a la opinión pública para que el aborto se aceptase en toda Latinoamérica. Difundieron que la niña padecía fuerte estrés por la violación y el embarazo, y que repetía:  . Y arguyeron la coartada del embarazo de alto riesgo, muy apta para atemorizar e inducir a abortar. Y se recaudó mucho dinero.

La Media masona fornica con la gran Ramera berGOGliana a plena luz del día illuminatis

Costa Rica no les permitía el aborto “terapéutico”, al descartar los médicos peligro para la vida materna. Encima, se iban a hacer pruebas de ADN al padrastro, a quien las pseudofeministas ocultaron y, a su vez, solicitaron repatriar urgentemente a la niña a Nicaragua. Ante la negativa oficial, instigaron un alud mediático de fricciones Nicaragua-Costa Rica. En poderosa estrategia del ventilador acusaron a Costa Rica de “secuestrar” a la niña extranjera y poner en peligro su vida si continuaba la gestación. Imputaron xenofobia porque, mientras Costa Rica discriminaba a un inmigrante “nica” (Fletes, pretendido abnegado padre), protegía a un violador “tico” (nacional): Alex Barquero (inocente). Y el 12-2-2003, tan pronto supieron que el organismo protector de menores iba a custodiar a la niña, furtivamente la sacaron del país junto a sus padres.

Ya en Nicaragua, ocultaron a Rosita, impidiendo sus funciones a los Ministerios de Salud y Familia, boicoteados además por el cómplice Procurador de Derechos Humanos, quien autorizó el aborto “terapéutico”. Las repercusiones mediáticas desbordaron las fronteras, a nivel mundial, con enfrentadas opiniones de todo signo (Comunicado de la Asoc. Médica Nicaragüense). Numerosos abortuorios del planeta, entre ellos el madrileño Dator, ofrecieron gratis sus servicios y el pago de viajes y gastos. Cuba también. Y para cumplir el requisito legal de que tres médicos avalaran la necesidad del aborto, la Red de Mujeres aceptó que por fin examinaran a Rosita. Ahora bien, el dictamen médico desaconsejó abortar porque implicaba tanto peligro como el parto. Y la Ministra de Salud, pues, prohibió practicarlo, pese a duras críticas y manifestaciones callejeras. 

De inmediato, en un abortuorio clandestino, consentido ello por la madre de Rosa y, paradójicamente, por el propio autor de los abusos sexuales, tres “médicos” pagados por la Red perpetraron el 20-2-2003, bajo anonimato, un aborto con Misoprostol, cuyos restos del niñito asesinado, de 18 semanas de EG, se eliminaron para impedir pruebas de ADN convenidas entre Costa Rica y Nicaragua.

El Cardenal Miguel Obando, durante su homilía del 23-2-2003, excomulgó a todo implicado en el crimen; cosa respondida por la campaña “Yo también quiero ser excomulgado”. Y en tan opresivo ambiente, el Presidente de Nicaragua se lavó cobardemente las manos, la Fiscalía cerró el caso el 3-3-2003 arguyendo pretendida legalidad de tal aborto, y dimitió la Ministra de Salud, en protesta.

eso sí, hay que ser solidarietes con la invasión barbárica islamita

Las promuerte, jactándose de vencer a dos países, prosiguieron utilizando tal drama como bandera proabortista, muy lucrativa además por la gran multitud de reportajes, entrevistas televisivas, libros tan falsarios y tan difundidos como el de Historia de una Rosa, vídeos y las películas Rosita e Historia de Rosa, etc. 

Embarazada de nuevo la protagonista a sus trece años (2007), su madre, celosa, denunció a Fletes como padre de la bebé parida por Rosita esta vez. El padrastro fue condenado a 30 años de prisión (Proceso Fletes), tras probarse su autoría de ambos embarazos, y su constante trato sexual con Rosita desde años atrás. Relaciones consentidas por la menor y conocidas por su madre y por las encubridoras líderes feministas, quienes nada hicieron para evitarlas y, por todo ello, sufrieron el proceso contra las manipuladoras del Caso de la Niña Rosita.




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