«Los bilderberger están convencidos de que la opinión pública siempre sigue los pasos de los individuos influyentes. Los miembros del Grupo prefieren trabajar a través de un número reducido de personas de confianza y no a través de grandes campañas de publicidad». JAMES TUCKER
Cada
país envía, normalmente, una delegación de tres
representantes: un industrial, un ministro o un senador y un
intelectual o editor.
Los participantes afirman que asisten a las reuniones en calidad de ciudadanos privados y no como representantes oficiales, aunque esta afirmación es bastante cuestionable: en Estados Unidos (por medio de la Ley Logan) y en Canadá es ilegal que un funcionario elegido por el pueblo se reúna en privado con empresarios para debatir y diseñar la política pública.
Todo primer ministro británico se ha sentido obligado a asistir a los encuentros Bilderberg durante los últimos treinta años. Como anécdota para contar a los amigos, se puede decir que el Club fue una creación del M16 bajo la dirección del RILA. En concreto, fue idea de Alastair Buchan (hijo de lord Tweedsmuir y miembro del RILA y la Mesa Redonda) y de Duncan Sandys (un importante político, yerno de Winston Churchill, quien a su vez era amigo de Rettinger, un jesuita y masón de grado 33). El M16 necesitaba a un miembro de la realeza que diese apoyo público al Club y pensó en Bernardo de Holanda, conocido por sus numerosos vínculos con la realeza europea y los más importantes industriales.
Uno de los secretos mejor guardados es hasta qué punto un puñado de conglomerados pertenecientes al Club Bilderberg, como el Council on Foreign Relations, OTAN, Club de Roma, Comisión Trilateral, masones, Skull and Bones, (Mesa Redonda, Sociedad Milner) y la Sociedad Jesuita-Aristotélica controlan el flujo de información en el mundo y determinan lo que vemos en televisión, oímos en la radio y leemos en los periódicos, revistas, libros e Internet.
El nacionalismo británico es otra causa de preocupación. En Tumbuny, Scotland, Tony Blair, primer ministro británico, fue tratado como un niño travieso ante al resto de participantes cuando se le echó en cara, en un tono bastante hostil, no haber hecho lo suficiente para incluir a Gran Bretaña en la moneda única. «Blair aseguró en Bilderberg que Gran Bretaña aceptaría el euro, pero que antes tenía que resolver ciertos "problemas políticos" debido a "un resurgimiento del nacionalismo en casa"».
Le dijo un funcionario alemán a Blair:
Los participantes afirman que asisten a las reuniones en calidad de ciudadanos privados y no como representantes oficiales, aunque esta afirmación es bastante cuestionable: en Estados Unidos (por medio de la Ley Logan) y en Canadá es ilegal que un funcionario elegido por el pueblo se reúna en privado con empresarios para debatir y diseñar la política pública.
La Ley Logan fue creada para evitar que ciudadanos sin representatividad pública interfirieran en las relaciones entre Estados Unidos y los diferentes gobiernos extranjeros. Pero los que sí pueden hacerlo son los miembros del super-secreto Club Bilderberg, en cuyo caso además se les anima a que interfieran en los asuntos privados de estados independientes.
Todo primer ministro británico se ha sentido obligado a asistir a los encuentros Bilderberg durante los últimos treinta años. Como anécdota para contar a los amigos, se puede decir que el Club fue una creación del M16 bajo la dirección del RILA. En concreto, fue idea de Alastair Buchan (hijo de lord Tweedsmuir y miembro del RILA y la Mesa Redonda) y de Duncan Sandys (un importante político, yerno de Winston Churchill, quien a su vez era amigo de Rettinger, un jesuita y masón de grado 33). El M16 necesitaba a un miembro de la realeza que diese apoyo público al Club y pensó en Bernardo de Holanda, conocido por sus numerosos vínculos con la realeza europea y los más importantes industriales.
JESUITAS CAGADOS APOC N.O.M. |
Uno de los secretos mejor guardados es hasta qué punto un puñado de conglomerados pertenecientes al Club Bilderberg, como el Council on Foreign Relations, OTAN, Club de Roma, Comisión Trilateral, masones, Skull and Bones, (Mesa Redonda, Sociedad Milner) y la Sociedad Jesuita-Aristotélica controlan el flujo de información en el mundo y determinan lo que vemos en televisión, oímos en la radio y leemos en los periódicos, revistas, libros e Internet.
El nacionalismo británico es otra causa de preocupación. En Tumbuny, Scotland, Tony Blair, primer ministro británico, fue tratado como un niño travieso ante al resto de participantes cuando se le echó en cara, en un tono bastante hostil, no haber hecho lo suficiente para incluir a Gran Bretaña en la moneda única. «Blair aseguró en Bilderberg que Gran Bretaña aceptaría el euro, pero que antes tenía que resolver ciertos "problemas políticos" debido a "un resurgimiento del nacionalismo en casa"».
Le dijo un funcionario alemán a Blair:
«No eres más que una Maggie Thatcher con pantalones.»
Se
trataba de una dura referencia al hecho de que lady Thatcher fuera
defenestrada por su propio Partido Conservador siguiendo las órdenes
del Club Bilderberg. Después, el mismo foro colocaría en el puesto
a John Major, un personaje más manipulable.
Bilderberg decidió también echar a Margaret Thatcher comoprimera ministra británica porque se opuso a entregar la soberanía de Inglaterra al supraestado europeo diseñado por el Club. Y, conincredulidad, veíamos cómo su propio partido la aniquiló a favor deuno de sus perros falderos, John Major.
Como explica John Williams, algunos miembros de la élite occidental acuden a las reuniones Bilderberg «para reforzar un consenso virtual, una ilusión de globalización, definida bajo sus propios términos: lo que es bueno para los bancos y los grandes empresarios, es bueno para todo el mundo. Es inevitable y revierte en el beneficio de la humanidad».
Otro ejemplo de la influencia que el Club ejerce sobre la política americana se evidenció durante la campaña electoral en EE. UU., cuando el candidato demócrata a la presidencia, John Kerry, eligió a John Edwards como vicepresidente. Este último había sido invitado
por primera vez a la reunión del Bilderberg un mes antes. Después de oír el discurso de Edwards durante el segundo día de la conferencia, Henry Kissinger telefoneó a John Kerry con el siguiente comentario: «John, ya te hemos encontrado vicepresidente.»
La implicación de los Rockefeller y los Rothschild en los medios de comunicación es múltiple (ABC, CBS, B. Co., etc hasta 200 canales de TV y 225 radios).
Así se aseguran de que los medios de desinformación de masas nunca hablen de sus planes para dominar un futuro gobierno mundial. Los medios siempre deciden cuáles son los temas que van a estar de actualidad en un determinado país. Por ejemplo, a veces ponen en primer plano el tema de la pobreza y, otras veces, lo hacen desaparecer. Lo mismo sobre la polución, los problemas demográficos, la paz o lo que sea.
William Paley fue formado en técnicas de lavado de cerebro de masas por el Instituto Tavistock en Inglaterra antes de concedérsele el mando de la CBS.
Los que pensaron que la América conservadora y tradicional había ganado las elecciones de 1980 no podían imaginarse lo equivocados que estaban. Todos los cargos de importancia en la Administración Reagan estaban ocupados por fabianistas, recomendados por la Heritage Foundation de Bilderberg/Rockefeller.
Anthony
Wedgewood Benn, miembro del Parlamento británico y del
Comité de los 300, le dijo a los participantes en la Internacional Socialista de Washington, el 8 de diciembre de 1980: «Podéis prosperar con el desplome del sistema de préstamos de Volcker (director de la Reserva Federal) si informáis (traducción: "laváis el cerebro") a Reagan sobre el tema.» Como anécdota, Ronald Reagan prometió destituir a Volcker si era reelegido. Después, lo obligaron a comerse sus palabras, para sorpresa de los conservadores. Bilderberg impuso, una vez más, a su hombre.
John Coleman escribe que «los consejos de Vickers aplicados a la administración Reagan fueron los responsables del derrumbe de las industrias bancaria y emprestitaria». Coleman añade que Milton Friedman, un economista americano defensor del laissez-jaire capitalista, sinónimo de la economía de mercado más estricta, revivió los planes del Club para desindustrializar Norteamérica, «usando la presidencia de Reagan para acelerar la caída de la industria del acero y después, la de la construcción y el automóvil».
Comité de los 300, le dijo a los participantes en la Internacional Socialista de Washington, el 8 de diciembre de 1980: «Podéis prosperar con el desplome del sistema de préstamos de Volcker (director de la Reserva Federal) si informáis (traducción: "laváis el cerebro") a Reagan sobre el tema.» Como anécdota, Ronald Reagan prometió destituir a Volcker si era reelegido. Después, lo obligaron a comerse sus palabras, para sorpresa de los conservadores. Bilderberg impuso, una vez más, a su hombre.
John Coleman escribe que «los consejos de Vickers aplicados a la administración Reagan fueron los responsables del derrumbe de las industrias bancaria y emprestitaria». Coleman añade que Milton Friedman, un economista americano defensor del laissez-jaire capitalista, sinónimo de la economía de mercado más estricta, revivió los planes del Club para desindustrializar Norteamérica, «usando la presidencia de Reagan para acelerar la caída de la industria del acero y después, la de la construcción y el automóvil».
Así pues, los cacareados principios de Reagan pertenecen a los que le pagan. Cuando en 1966 consiguió, por primera vez, la nominación republicana como candidato a gobernador de California, Ronald Reagan, el más conservador entre los conservadores, se distanció del ala dura y puso a la gente de Rockefeller como sus consejeros.
Crisis artificiales para mantener a la gente en un perpetuo estado de desequilibrio físico, mental y emocional. Confundirán y desmoralizarán a la población para evitar que decidan su propio destino, hasta el extremo de que la gente «tendrá demasiadas posibilidades de elección, lo que dará lugar a una gran apatía a escala masiva».
Un férreo control sobre la educación con el propósito de destruirla. Una de las razones de la existencia de la U.E. (y la futura Unión Americana y la Asiática) es el control de la educación para«aborregar» a la gente.
Aunque nos resulte increíble, estos esfuerzos ya están dando «buenos frutos». La juventud de hoy ignora por completo la historia, las libertades individuales y el significado del mismo concepto de libertad. Para los globalizadores es mucho más fácil luchar contra unos oponentes sin principios.
Después de ser destronada, lady Thatcher le confesó a Jim Tucker, de la revista The Spotlight, que ella consideraba que ser denunciada por el Club era todo un «tributo», porque ni Gran Bretaña ni ningún otro país deberían entregar su soberanía. Sin embargo, se puede decir que lady Thatcher tiene suerte de seguir con vida. No se puede decir lo mismo del destino de Aldo Moro primer ministro italiano, por parte de las Brigadas Rojas comunistas, o de Ali Bhutto, presidente de Pakistán, John Coleman descubrió que, después de que Jomeini ocupara la embajada americana en Teherán, «el presidente Reagan no interrumpió la venta de armas a Irán, aun cuando los rehenes estadounidenses se consumían en cautividad».
¿Por qué? La respuesta es del todo lógica: por el comercio de drogas, más concretamente, de opio. «Si Estados Unidos hubiese cerrado el grifo de las armas, Jomeini hubiese acabado con el monopolio británico del comercio de opio en su país.» Según las estadísticas de las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud, la producción de opio de Irán en 1984 excedía de 650 toneladas al año.
Los socios del Club Bilderberg deciden cuándo deben empezar las guerras (no en vano ganan dinero con todas ellas); cuánto deben durar (Nixon y Ford fueron defenestrados por acabar la guerra de Vietnam demasiado pronto); cuándo deben acabar (el Grupo había planificado el fin de las hostilidades para 1978) y quién debe participar. Los cambios fronterizos posteriores los deciden ellos y también quiénes se deben beneficiar de la reconstrucción. Durante los últimos tres años, franceses, británicos y americanos han estado a la greña casi constantemente; el tema de disputa, Iraq.
Hace dos años el ministro de Asuntos Exteriores francés, Dominique de Villepin, le dijo abiertamente a Henry Kissinger que «si los americanos hubiesen dicho la verdad acerca de Iraq, es decir, que la auténtica razón para la invasión era el control y gratuidad del petróleo y el gas natural, quizás, ellos, los franceses, no hubiesen vetado sus "estúpidas" resoluciones en la ONU. «Su presidente es un completo idiota», añadió.
Tanto Donald Rumsfeld como el general Peter Sutherland, de Irlanda, son miembros del Club Bilderberg. Sutherland es ex comisario europeo y presidente de Goldman, Sachs y British Petroleum. Rumsfeld y Sutherland ganaron un buen montón de dinero en 2000 trabajando juntos en el consejo de la compañía energética suiza ABB. Su alianza secreta se hizo pública cuando se descubrió que ABB había vendido dos reactores nucleares a un miembro activo del «eje del mal», concretamente a Corea del Norte.
en LA VERDADERA HISTORIA DEL CLUB BILDERBERG por Daniel Estulin
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