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Si el régimen de Maduro acepta una derrota, no sería la primera vez que reconoce un revés en las urnas, y al poco tiempo modifica las leyes para despojar a la oposición de sus espacios políticos ganados democráticamente.
Recuerden lo que ocurrió en 2008, cuando el líder opositor Antonio Ledezma ganó las elecciones a la alcaldía de Caracas.
Ledezma ganó el segundo cargo más importante del país, después del de presidente. Pero poco después, la Asamblea Nacional controlada por el entonces presidente Hugo Chávez creó un nuevo “Distrito Capital” para regir la ciudad, por encima de la alcaldía.
El gobierno nombró una funcionaria chavista para dirigir el nuevo gobierno de la ciudad, y le transfirió el presupuesto de la ciudad y las instalaciones anteriormente a cargo del alcalde. Ledezma inició una huelga de hambre, pero los gobiernos latinoamericanos se hicieron los distraídos, y el tema pronto pasó al olvido.
El régimen de Maduro podría tratar de hacer algo similar si la oposición gana una mayoría en la Asamblea Nacional. Maduro podría crear una nueva institución legislativa por encima de la Asamblea Nacional, y podría ampararse en leyes poco conocidas que han sido promulgadas por el congreso chavista.
En 2010, Chávez aprobó lo que se conoce como la Ley Orgánica del Poder Popular, que convoca a la creación de un sistema electoral al estilo cubano, con la creación de 18,000 “comunas” para “el ejercicio directo del poder”.
En ese momento, nadie le prestó mucha atención a esa ley, porque sonaba como un delirio chavista. Pero la ley existe, y podría ser utilizada por Maduro para ordenar que las “comunas” chavistas elijan una “Asamblea del Poder Popular” que sustituya la actual Asamblea Nacional.
Maduro trataría primero de comprar a legisladores de la oposición e “inhabilitar” a otros mediante artimañas judiciales para mantener el control de la Asamblea Nacional. Y si eso no funciona, podría recurrir a la Ley Orgánica del Poder Popular para inventar una Asamblea del Poder Popular y ponerla por encima del congreso actual. ANDRES OPPENHEIMER
La victoria de una "causa" especialmente si es la que compartimos, suele dejar un sabor dulce y serenidad de ánimo, la "victoria" de la oposición, el pasado domingo, no me dejó ese grato sabor de boca, espiritual y gratificante, sino una inquietud profunda, disimulada para no aguarle la fiesta a mis sufridos compatriotas.
Fui formado en una cultura de consideración al prójimo -hoy inexistente- el envejecer ayuda, al menos en mi caso, a acentuar esas características, no obstante, la simple, forzosa y elemental lógica impone ( lo exterioricemos o no) a ver los hechos y ordenarlos en la cabeza que, desde que el sombrero pasó de moda, debería servir para pensar...
Hoy, un muy querido amigo, me hizo llegar este artículo de Rubén Cortés, publicado en la razón de México, cuyo análisis de la situación venezolana, vocablo más vocablo menos, es el mio. Reos de "aguafiestismo" el manito Cortés y yo, no somos optimistas.
El mal de fondo es la ausencia de una dirigencia lúcida y con coraje. He sostenido con terquedad angustiada que ninguna salida consensual, en el caso nuestro, es buena. Es necesario que haya una ruptura, difícilmente incruenta y ello es muy doloroso, pero indispensable, cuando se trata de cambiar un régimen y no un gobierno, cuando se trata de pasar de un desbarajuste arbitrario a un Estado de derecho y de fuero constitucional inclusivo, civilizado y viable. De remiendo en remiendo, gobierno y "oposición" se cargan, deshacen el país... Esta colcha de retazos, en que ha devenido Venezuela marcha a su disolución, no a paso de vencedores como suelen decir los chavistas, remedando la arenga del general Córdoba en Ayacucho, sino a paso de beodo vacilante y torpe, pero empeñado en perderse...
“…ninguna salida consensual, en el caso nuestro, es buena”, afirma Coronil y añade de forma tajante que “es necesario que haya una ruptura, difícilmente incruenta y ello es muy doloroso, pero indispensable”. ALFREDO CORONIL HARTMANN
En esto concuerdo. El tema de fondo no era la elección de una nueva Asamblea porque la esperanza nacional es la salida de Maduro del poder que ejerce de forma ilegítima e ilegal. Olvidan todos los venezolanos y la dirigencia mudista aquellas posiciones de 2013 frente al ultraje constitucional que se hizo para que Maduro usurpará el poder. Parece que olvidamos aquel desconocimiento del 14 de abril de 2013 que terminó en reconocimiento aquella noche lúgubre de abril de 2014 que traicionó a la protesta nacional de entonces.
Concuerdo en la grave ausencia de liderazgos que es remarcada por la profunda división que continúa en las fuerzas democráticas.
Robert Gilles Redondo
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Pero el verdaderamente “inteligente” es Maduro:
1.- Al aceptar la derrota trascendió como demócrata, legitimándose dentro y fuera de Venezuela, y quitándose de encima las presiones de la comunidad internacional por su represión y encarcelamiento a opositores.
2.- Y dejó sin argumentos a la oposición, al asestarle anoche el golpe maestro que había dejado en suspenso el domingo, cuando se cuidó de anunciar a los ganadores de las últimas 22 curules: el golpe consistía en dejarla en menos de las 112 diputaciones que le habrían permitido cambiar la Constitución.
¿Quién puede acusar de autoritario al “demócrata” Maduro si el domingo expresó que “hemos venido con nuestra moral, con nuestra ética, a reconocer estos resultados adversos, a aceptarlos y a decirle a nuestra Venezuela: ha triunfado la Constitución y la democracia”?
Nadie. Sin embargo, el domingo dio a la oposición la zanahoria y anoche el palo. La verdad es que utilizó estrictamente lo necesario el control que ejerce el chavismo sobre el organismo electoral desde 1999, para impedir que la elección se convirtiera en un plebiscito real en su contra.
Claro que el populismo venezolano ha recibido, de todos modos, un golpe seco e histórico, con el voto abrumador de la ciudadanía contra un sistema de democracia híbrida que hundió a Venezuela en la pobreza, el crimen, el despotismo de sus gobernantes y en la falta de prestigio internacional.
Pero aun con ese resultado el chavismo tiene margen para reorganizarse mientras espera que suba el precio del petróleo y prepara un gran fraude que impida en las siguientes elecciones presidenciales el triunfo de la oposición, pues al aceptar esta “derrota” Maduro se dio un baño de democracia. RUBEN CORTÉS
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